El valor de Ginés como antídoto para una mixta de olvido

El valor de Ginés como antídoto para una mixta de olvido

Se anunciaba para la 15 ª de feria y con otro milagroso llenazo una corrida mixta en Madrid. Y van… pero es verdad señor Urtasun y compañía los toros no interesan. A ver si va a ser que simplemente no le interesan a usted o que no está preparado para llevar una cartera como Cultura, siendo la tauromaquia parte de ella. En fin… Las mixtas son siempre un cambalache psicológico. No por la belleza de los caballos, que es incuestionable, sino por los puntos de partida tan diferentes sobre todo en plazas tan significativas como la Monumental de Las Ventas. El primer choque es el toro. ¡Lo que asusta el toro de Madrid para los toreros de a pie! Los rejones son una aventura distinta. Ventura sacó todo su repertorio en el galope a dos pistas al animal que abrió plaza, dejándose llegar al de Capea. Clavó en la cara, se lució en los encuentros, con las cortas al violín y las rosas, pero se notaba que el público no era cien por cien de rejones y el ambiente estaba lejos de incendiarse.

Más animoso estuvo en el cuarto, quizá porque los dos de a pie no colaboraron en la historia y también porque Ventura calentó con su espectacularidad. El toro amagó con rajarse, pero lo retuvo en los medios y la vara de medir aquí es otra. El momento álgido fue cuando le quitó la cabezada y clavó a dos manos. Falló el rejón de muerte y la cosa quedó en menos. En mucho menos.

Cuando recuperamos la línea ordinaria, la de a pie, salió un segundo sin clase ninguna, que le costaba pasar y se daba pronto la vuelta más con la idea de quitarse el trapo del medio que otra cosa. A su matador, Cayetano, le faltaron claridad de ideas y solvencia.

El quinto fue toro bronco, pero que al menos pasaba en la muleta de Cayetano, que en ningún momento tuvo poder y el que se hizo con la situación fue el animal, porque el torero estuvo a merced y sin saber qué hacer con el Montalvo.

Espectacular de pitones era el tercero. Hasta el cielo llegaban. O eso parecía. Lo malo es que el toro no apoyaba bien la mano derecha, pero no se protestó. Así que nos quedamos con el toro y lo sufrió Ginés Marín. El Montalvo iba y venía sin empujar y con el hándicap de que el embroque lo hacía muy despacio y con esa cara descomunal. Había que tragar ahí. Ginés anduvo muy firme, valiente y serio con el animal. Sobrado y muy por encima en un arrimón de órdago. Lo único que le faltó fue medir los tiempos.

Al sexto lo devolvieron por uno de José Vázquez, que manseó sin control en los primeros tercios. Brindó a Curro Vázquez, un grande, antes de ponerse al natural. No humillaba el toro ni equivocándose. Apostó por él Ginés Marín. De a pocos. Tragando. Con oficio y corazón y le fue metiendo en vereda, pasándose al toro siempre de las ingles para arriba. Tenía mérito. El valor de Marín fue el antídoto para una mixta para el olvido. (Y la espectacularidad de Ventura).

Ficha del festejo

LAS VENTAS (MADRID). Décimo quinta de feria. Toros de El Capea, para rejones, y Montalvo, bien presentados. El 1º, noble; 2º, sin clase; 3º, va y viene sin empujar; 4º, bueno; 5º, bronco 6º. sobrero de José Vázquez. Lleno.

Diego Ventura, de rejón (silencio); cuatro pinchazos, rejón (saludos).

Cayetano, de turquesa y azabache, pinchazo, estocada, descabello (silencio); estocada delantera, estocada (silencio).

Ginés Marín, de verde hoja y oro, media arriba, descabello (saludos); estocada baja (palmas).