Cuando los animales van a construir sus casas usan las redondeces de sus cuerpos para moldear la guarida que protegerá sus carnes blandas. En las aves, por ejemplo, la hembra se echa y el macho empieza a esculpir con miles de pajas a su alrededor hasta darle forma a un nido cóncavo ideal para los polluelos. El conejo usa su propio cuerpo para cavar el interior de la madriguera con sus movimientos hasta moldear la tierra profunda y lograr empotrarse perfectamente. El molusco recurre a un mecanismo similar, pero con diferente tecnología: con su propia baba y excremento va fortaleciendo la concha que lo resguarda, haciendo que eso que lo cubre no sea más que la traducción de sus formas internas.