En recuerdo de José Ignacio Nicolás-Correa

En recuerdo de José Ignacio Nicolás-Correa

Ha muerto el destacado empresario burgalés José Ignacio Nicolás-Correa, Josechu para los amigos, entre los que tuve la fortuna de contarme.

Tuvo una larga y exitosa carrera en la empresa familiar, fundada por su padre, que Josechu presidió y donde trabajó incansablemente desde 1969 hasta su muerte. Es «la única empresa burgalesa que cotiza en Bolsa», dijo la alcaldesa, Cristina Ayala. Declaró Alfonso Fernández Mañueco: «era un empresario de raza, de esos que necesitamos como el comer en España, pero también particularmente en Castilla y León».

Sus primeras actividades en la empresa se orientaron a la exportación, a la que nunca dejó de atender porque, como decía, «el mercado es el mundo». El Grupo Nicolás Correa llegó hasta China en su expansión internacional, que impulsó a esta importante diseñadora y fabricante de fresadoras hasta los primeros puestos en el sector de la máquina herramienta.

Con acierto, el rector de la Universidad de Burgos, Manuel Pérez Mateos, definió a Josechu como «alguien para quien las fronteras son puertas abiertas y no barreras». Fue el pasado 15 de abril, cuando José Ignacio Nicolás-Correa fue investido como doctor Honoris Causa por dicha universidad.

Porque Josechu tuvo siempre intereses académicos. Estudió Derecho en la Commplutense, y después en el IESE, y participó en la docencia en la Universidad de Burgos. Hace un tiempo se lanzó a la investigación, y obtuvo el título de doctor en Historia por la Universidad San Pablo CEU.

Un primer esbozo de su área de estudio fue el pequeño volumen, ¿Por qué se sublevó Franquito?, que comenté en su día en estas páginas de LA RAZÓN. Este año publicó su tesis doctoral: La Segunda República, origen de la guerra civil. Por qué el sectarismo alentó la tragedia, en la Editorial Almuzara –véase: https://bit.ly/4bI5KXp. Lo presentó en Madrid el 9 de abril. Fue la última vez que lo vi.

Descanse en paz, Josechu Nicolás-Correa, y un abrazo a Begoña, su mujer, sus hijos, su familia y sus numerosos amigos que apreciamos su simpatía, inteligencia y sentido del humor. Y su amor por este país mío de adopción. Escribió en El Debate el embajador Rafael Mendívil Peydro: «esa España, a la que tanto quería y por la que hubiera dado todo, sentirá la ausencia de un gran español».