La educación debe preparar a los estudiantes para el futuro, proporcionándoles las habilidades y conocimientos necesarios para desenvolverse en un mundo cada vez más complejo y cambiante. En este contexto, el pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas son competencias esenciales que deben fomentarse en las aulas. Diversos informes, como Educación para el siglo XXI: Aprendizajes para el crecimiento y la equidad, de la OCDE, respaldan esta perspectiva.