Esta impresionante iglesia es la primera porticada del Románico español

Esta impresionante iglesia es la primera porticada del Románico español

La riqueza patrimonial religiosa es inmensa en España. Nuestro país cuenta con monumentos de todo tipo, de todos los estilos, de todas las caraterísticas, pero una de las que más sobresale es el Románico. Muchos son los templos de este estilo arquitectónico que se desarrolló tempranamente en los siglos X y XI, antes de
la influencia de Cluny, en los Pirineos catalanes y aragoneses, simultáneamente
con el norte de Italia, en lo que se ha llamado «primer románico» o «románico
lombardo». Fue un estilo muy primitivo, caracterizado por los muros gruesos, la
falta de escultura y la presencia de ornamentación rítmica con arcos.

La arquitectura románica plena llegó a través del Camino de
Santiago, la entonces más reciente de las tres grandes peregrinaciones
cristianas creada después de que en el siglo IX se descubriera en Santiago de
Compostela un sepulcro que, según se creía, encerraba los restos mortales del
apóstol Santiago el Mayor. Fue un estilo auténticamente internacional, con un
modelo, la abadía de Cluny, y un lenguaje común al del resto de Europa.

Muchos son las iglesias Románicas de nuestro país, pero en esta ocasión vamos a ir más allá y vamos a descubrir el primer templo porticado de estas características. Según la página web: https://www.arteguias.com/porticos.htm,
los pórticos románicos constituyen un ejemplo vivo de la personalidad de un
pueblo y su espíritu de libertad en contraste con una sociedad mayoritariamente
feudal La presencia de pórticos románicos adosados a muchas iglesias es, junto
al antiguamente llamado “románico mudéjar”, lo más singular del
románico castellano. Este espacio techado que cubre parte del atrio del templo
y delimitado por arquerías.

 

Para entender el verdadero valor del pórtico románico hay
que imaginar una Europa sumida en la sociedad feudal, donde las libertadas
individuales se encontraban tradicionalmente conculcadas por las relaciones de
vasallaje. En la Castilla meridional de los siglos XI y XII la situación era
bien diferente. Además, al estar los pórticos unidos a la iglesia, con
diferencia el edificio más importante de cualquier ciudad o aldea, fueron
asimismo aprovechadas para todo tipo de actos cívicos, sociales, políticos y
judiciales, además de como cementerio y lugar de refugio.

Pues el primer templo de estas características es la de San Miguel de la localidad soriana de San Esteban de Gormaz. Una población situada en el suroeste de la provincia de Soria,
dista 69 kilómetros de la capital. Una y otra quedan unidas por la carretera
N-122. Fue cabeza de una amplia comunidad de Villa y Tierra. Unos kilómetros
antes de llegar a esta villa dejamos a la izquierda, por la variante de la
carretera, El Burgo de Osma, ciudad episcopal. La trama urbana de San Esteban y
su conjunto patrimonial denotan la importancia que el lugar tuvo durante la
Edad Media.

San Esteban de Gormaz pertenece a una de las comarcas
sorianas con mayor concentración de edificios románicos conservados.
Históricamente, fue zona fronteriza entre los siglos X y XI entre musulmanes y
cristianos, hasta que estos últimos se hicieron con ella al caer la fortaleza
de Gormaz hacia el año 1060 en tiempos del rey Fernando I y la reina Sancha.
Todavía se conserva parte del perímetro urbano amurallado, fruto del esfuerzo
de ambas comunidades en defender una localidad expuesta por su favorable condición
estratégica, al pie de un río Duero vadeable. Muy poco después de 1060 se
levantaron las iglesias de San Miguel y del Rivero, dos de las cuatro románicas
con las que contó esta población. Canónicamente ha dependido siempre de El
Burgo de Osma, sede de la diócesis oxomense.

 

La iglesia de San Miguel debió erigirse muy poco después de
la toma de Gormaz en 1060 , ya que en 1081 se data la galería porticada que se adosa al
costado sur de la nave del templo. La fecha, ofrecida por uno de los muchos
canecillos figurativos que sostienen su cornisa, se considera a día de hoy la
de mayor antigüedad de aquel idiosincrático elemento estructural, tan presente
en el oriente castellano. En origen, por tanto, el templo contó con nave única,
cerrada mediante cubierta de madera, rematada por una cabecera de ábside
semicircular y cortísimo presbiterio. Este modelo de ábside, cubierto con
bóveda de horno en sillarejo y que sustituye al de planta rectangular, estará
llamado a perpetuarse en el lenguaje del Románico de Castilla. De origen contó
con la portada principal, al sur, y una portada menor al oeste.

Toda la iglesia, instalada sobre un campo de silos musulmán,
ya amortizado, y fuera del espacio amurallado de la villa, se levantó en
mampostería con encintado de sillares tan solo en vanos y esquinas. Al mismo
tiempo, el interior del templo contó con una tribuna perimetral en altura que
recorrió su nave, de uso incierto, a la que se accedía por una portada situada
en el muro septentrional. Una torre, también románica, se adosó al norte del templo
aprovechando la citada portada. Sus tramos bajo y medio, conservados, se
fabricaron con buena sillería, y destaca la escalera de acceso, embutida en el
espesor de sus potentes muros.

A finales de la Edad Media se abrieron arcosolios funerarios
en los muros norte y sur, una tercera portada al norte, y se desmontó la
tribuna elevada, cegando el correspondiente acceso. Esta operación logró
liberar espacio para comenzar a enterrar en el interior de nave y presbiterio.
Se habilitó la sacristía en la parte baja de la torre, prácticamente sobre sus
cimientos, y se abrió, por debajo de la portada cegada, un nuevo acceso,
rematado por arco conopial. La cabecera se embelleció con pinturas góticas, que
se conservan parcialmente por debajo de la línea de cornisa. Finalmente, se
instaló un coro de madera a los pies del templo, que se retiraría a lo largo
del siglo XX, y se recreció la torre para instalar el campanario.

 

El cementerio exterior habilitado en el siglo XIX, al norte
del templo, apenas alteró su entorno, que volumétricamente ha permanecido (en
longitud, anchura y altura) prácticamente igual desde su construcción hasta el
día de hoy.

De las iglesias románicas sorianas, la iglesia de San Miguel
ha sido seguramente la más analizada si exceptuamos algún templo de la capital y la ermita de San Baudelio
de Casillas de Berlanga. Ha sido así por su antigüedad y el carácter paradigmático
de su galería porticada.

Este interés se ha vertido también en muy distintas
intervenciones. Antes de 2007 el templo era una sala de
exposiciones centrada en el arte románico y donde se acumulaba un rico
lapidario romano y medieval. Desde ese año una intervención integral ha
facilitado un mayor conocimiento del templo y ha acrecentado su importancia.

Después de estudios geotécnicos y petrológicos, y previo
cateado, se procedió a la retirada de revestimientos, realizada por
restauradoras, con el fin de rescatar el revoco románico, que se presumía
extendido por la mayor parte de los muros. Así fue. Con él, aparecieron
centenares de grafitos medievales, muchos de ellos situados a cuatro metros de
altura, que permitieron reconstruir el trazado de la antigua (y hasta entonces)
desconocida tribuna perimetral. Vinculada a esta actuación, y con el fin de localizar
los apoyos de la citada estructura, se excavó el interior de la iglesia, lo que
evidenció su muy intensivo uso cementerial.

Otras actuaciones arqueológicas se sucedieron en el
exterior, constatando la necrópolis medieval de la galería y el entorno próximo
del edificio. El fin último era eliminar las humedades que sufría el edificio,
provocadas por la acumulación de tierras al exterior y su situación en un lugar
de fuerte pendiente.

Diez años de intervenciones han permitido el rescate del
antiguo solado de madera del que dispuso la iglesia al menos hasta el siglo
XVIII, la contemplación de sus revocos, cuajados de grafitos medievales de muy
variado tipo, la habilitación del acceso al cuerpo de campanas de la torre, la
restauración de las pinturas de la cabecera, la correcta iluminación del
interior y, finalmente, la adecuación de todo el entorno próximo del templo,
que perseguía la citada eliminación de humedades y la accesibilidad a personas
con problemas de movilidad.

Otros atractivos

Además de la Iglesia de San Miguel, la localidad soriana cuenta
con otros monumentos, entre los que destacan:

– Puente de piedra: Se trata de un importante puente medieval
de piedra con 16 ojos, basado en otro de origen romano que ha sido
continuamente reparado y conservado (las últimas obras se han ejecutado en
2016). Se ubica en una zona bifurcada dando paso a dos cauces del
río Duero separados por una isleta central, por lo que es un puente muy largo
cuya dimensión alcanza los 200 metros y ocho metros de ancho.

Las referencias más antiguas datan de 1519, pudiendo incluso
tener una torre para el control del pontazgo (impuesto para utilizar el puente)
y, como venimos viendo con el resto de puentes, sufre innumerables reparaciones
a lo largo de su existencia. Junto al puente existe un cuérnago que daba servicio a un
complejo de molino (hoy convertido en una minicentral eléctrica). Actualmente
es un puente muy transitado, puesto que es el único que une las dos orillas de
San Esteban de Gormaz.

– Castillo: La fortaleza se alza sobre una elevación rocosa
que domina la localidad del mismo nombre y el curso del río Duero, en la
provincia de Soria. El castillo de San Esteban de Gormaz fue construido por los
musulmanes y reformado por los cristianos. Después de ser conquistada por las tropas cristianas y
repoblada en el año 912 por Gonzalo Fernández, San Esteban de Gormaz se vio
atacada por Abderramán III en los años 917 y 920, siendo tomada en la segunda
ocasión. Poco después fue recuperada por los cristianos, y perdida nuevamente
por el conde García Fernández, hasta que finalmente, en el año 1011, Soleyman
la entregó a Sancho García como parte del pacto por la ayuda recibida contra el
Califato de Córdoba.

Durante la Edad Media San Esteban de Gormaz adquirió gran
importancia, y Alfonso VIII celebró en el año 1187 las primeras Cortes de
Castilla y de Europa en esta villa, que después pasaría por diversos dueños,
como doña Berenguela, don Enrique, don Fernando, don Diego, etc..

 

San Esteban de Gormaz perteneció a la Comunidad o Hermandad
de las Tres Casas (Osma, Gormaz y San Esteban), que según la tradición
constituye la institución foral española más antigua y duradera (desde el siglo
X hasta 1837) con organización y funcionamiento relativamente democráticos.

Según el Cantar del Mío Cid, a esta población fueron
llevadas las hijas del Cid después de haber sido ultrajadas y abandonadas por
los infantes de Carrión, en la llamada Afrenta de Corpes, cerca de Castillejo
de Robledo. El castillo de San Esteban de Gormaz es de forma alargada y
estrecha, y apenas quedan de él un largo lienzo de muro y algunos aljibes y
construcciones subterráneas.

– Iglesia de Nuestra Señora de Rivero: Bien de Interés
Cultural desde 1996. Adorada por los sanestebeños, esta iglesia alberga en su
interior a la venerada Virgen del Rivero, patrona de la localidad, en cuyo
honor se celebran las fiestas patronales y el día de la Concordia, el 1 de
mayo, en el que 30 pueblos acuden a la villa con sus pendones y ofreciéndolos a
la Virgen.

Se trata de una iglesia románica porticada del siglo XII,
que sigue el modelo de su vecina San Miguel, y que se erige en lo alto de un
altozano presidiendo majestuosa la localidad de San Esteban de Gormaz. Es de una sola nave, con ábside semicircular hacia oriente y
galería porticada al sur. Añadidos posteriores son la sacristía, la capilla de
San Lorenzo, el camerín de la Virgen y la espadaña. Curiosamente, la
construcción de la sacristía ha permitido conservar intactos los elementos
decorativos de la parte norte del ábside pudiéndose contemplar (se accede desde
el interior del templo) el característico ajedrezado, la decoración de lo
capiteles e incluso marcas de cantero con gran lujo de detalle.

La galería porticada, meridional, posee once capiteles, ocho hacia el sur y tres hacia oriente. Conserva originales los 5 arcos del frente
meridional y los dos del costado oriental. Al igual que en la primitiva iglesia
de San Miguel, predomina la decoración con personajes vestidos a la usanza
islámica, la temática animal (rapaces con sus alas desplegadas, a veces
devorando liebres, serpientes y cánidos, el león devorando a su presa) y las
decoraciones vegetales.

En el interior del pórtico, a la izquierda de la portada de
acceso a la nave, hay un arcosolio de siglo XVI integrado en el muro del
templo, con arco carpanel y los escudos de Don Diego II López Pacheco y doña
Luisa de Centurión y Bobadilla, el primero con cuarteles de los Pacheco y
Enríquez y el segundo con las señas de los Cabrera, Mendoza, Bobadilla y
Noroña.

 

Entre los escudos se puede observar una inscripción: “AQ(U)I
IACE UIDAS/ PASCUAL Q(UE) EL/ OUEND L(A) AQ(I) L(A) MIS(A)/ LIDIAN SUS ARMAS”, que
hace clara referencia a la Leyenda del
Vado de Cascajar. La leyenda cuenta que Vidas Pascual, deán de la Catedral de
Toledo, permaneció en misa en vez de ir a luchar a una gran batalla contra los
moros. Entonces, un ángel se apareció en la batalla con su armadura y espada y
dirigió la batalla por él. Esta leyenda ha sido registrada en tres ocasiones:
Cantiga LXIII de Alfonso X (1277), un romance de Lorenzo de Sepúlveda (1551) y
el Auto Sacramental nº 43 de Calderón de la Barca (La devoción de la misa) (1637).
También se reproduce en una miniatura del Fortalitium fidei guardado en la
Catedral del Burgo de Osma.

En el interior del templo se puede observar un retablo de
1626 con la Virgen del Rivero en el centro y una bóveda con pinturas del siglo
XIII. Representan a Cristo en Majestad rodeado por el Tetramorfos bajo un cielo
estrellado. Además, en el lado sur del muro encontramos la Capilla de San
Lorenzo fundada por los Calderones en el s XVI. Frente a la puerta de acceso al
templo hay un arcosolio funerario. El equipo de Soria Románica encontró, tras
una gran imagen de una concha, un calvario gótico con Cristo Crucificado y tres
figuras dispuestas simétricamente a cada uno de lados. En el vértice del arco
apuntado encontramos representados al sol y a la luna. Se excavó el
enterramiento de dicho elemento y se encontró al difunto con una moneda de 1443
en la mano. Lo que es digno de admiración es el impresionante coro de 1558, de
estilo mudéjar, realizado en madera de pino de la provincia y mandado realizar
por el Obispo Acosta, tutor dela iglesia y cuyo escudo está representado en la
parte superior del frontis. Se dice que el escultor se fijó en la decoración
floral de la galería porticada para realizar el majestuoso coro.

Las obras que se
realizaron en 1853 para poder acceder mejor a la Virgen a la hora de vestirla y
adornarla, sacó a la luz un sillar con una cruz esculpida. Al extraer la piedra
se encontró un hueco donde descansaba una caja de madera que contenía a su vez
una cajita de fresno con una reliquia de Santa Leocadia o Cecilia y un
fragmento de tejido musulmán enrollado con una bolsa de lienzo dentro. El
tejido fue a la Real Academia de la Historia en Madrid y el resto de hallazgos
se volvieron a depositar en el lugar donde habían sido encontrados. El tejido
musulmán resultó ser uno de los extremos del almaizar (turbante) de Hisam II
(califa de la dinastía Omeya desde el 976 al 1013). La decoración se divide en
tres espacios horizontales: la central es de color negro con 13 medallones
octogonales (dos de ellos con figuras humanas y el resto cuadrúpedos y aves) y
las 2 laterales muestran una decoración epigráfica con letras cúficas. Dice
así: “En el nombre de Allah, clemente y misericordioso, la bendición y la prosperidad
estén con el califa Hisam, favorecido de Allah y príncipe de los creyentes”,
según informa la web del Ayuntamiento de San Esteban de Gormaz.

-Arco de la Villa: La única puerta que permanece de las que
pertenecían al recinto amurallado se abre hacia el sur, al río Duero, justo en
la ubicación entre los dos puentes que lo cruzan. Sirve, por lo tanto, de unión
entre el Duero y la Plaza Mayor, ya intramuros.

– Casas Blasonadas: Las edificaciones de San Esteban de
Gormaz se construyeron utilizando los materiales de la zona en función de la
riqueza del propietario: adobe, madera y piedra. Son frecuentes las casas de
adobe dispuesto a soga, tizón o espiga. Avanzando por la Calle Mayor se
conservan casas nobles blasonadas que pertenecieron a importantes familias que
coronaban sus fachadas con escudos nobiliarios.

Lo primero que llama la atención al abandonar los pórticos
de la calle es una casa con una entrada en forma de arco formado por sillares,
a cuyos lados, se han descubierto recientemente dos sillares con decoración
visigoda que posiblemente pertenecieran a un templo cristiano.

También se pueden encontrar la casa de D. Cristóbal de
Bermeo, el que fuera mayordomo del Marqués de Villena, D. Juan Manuel Fernández
Pacheco (1650-1725). Su escudo, cuartelado, muestra en el primer y cuarto
cuartel plata con un lobo de sable y en el segundo y tercero águila de gules.
En esta casa se alojó, el 2 de octubre de 1679, el Cortejo Regio que iba a
recibir a Mª Luisa de Orleans, esposa de Carlos II.