El arresto fue rápido. En apenas unos minutos, el 18 de abril, un comando policial se llevó a Dieter S. de 39 años, de su apartamento en el distrito de Bayreuth, en Baviera. Minutos después, no demasiado lejos del centro de la bucólica localidad alemana, a orillas del Meno Rojo, otro grupo detuvo a su presunto cómplice: Alexander J., de 37 años. Ambos, ciudadanos germano-rusos, llevaban meses bajo investigación por espiar para el Kremlin. Están acusados de conspirar para atacar centros militares y logísticos por encargo de Rusia, en otro de los casos que ha sacudido Alemania, uno de los mayores proveedores de ayuda militar a Ucrania para defenderse de la agresión rusa e importante ruta logística. El país se ha convertido en uno de los principales objetivos de las operaciones clandestinas rusas en Europa y un objetivo prioritario del espionaje de Moscú.