Guardaos de los apolíticos

Guardaos de los apolíticos

Nos quejamos todo el rato de la politización de la cosa pública, pero ¿de verdad creemos que ser apolítico es una virtud? Yo suelo archivar a quienes se declaran apolíticos en la carpeta de las filas conservadoras, puesto que parece venirles bien dejar las cosas como están y no meterse en más averiguaciones. Son como el doctor Pangloss de Voltaire. Cuando Pangloss, Cándido y Santiago el anabaptista se dirigen a Lisboa en un barco, llega una tormenta y Santiago el anabaptista se cae por la borda. Cándido quiere tirarse al mar para salvarlo, pero Pangloss le detiene con el argumento, francamente difícil de rechazar, de que la bahía de Lisboa había sido diseñada por Dios para que Santiago el anabaptista se ahogara.

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