«Hemingway quería una mujer en la cama y no una reportera en el frente»

«Hemingway quería una mujer en la cama y no una reportera  en el frente»

Rosario Raro centra su novela en el papel de las mujeres frente a la guerra y en el frente de guerra. Y toma como espejo a la reportera y fotógrafa Marta Gellhorn. Una mujer valiente, esposa de Hemingway, que arriesgó su vida para contar el célebre Desembarco. Un hecho histórico que cambió la II Guerra Mundial junto a la ayuda de Hollywood, el cumpleaños de la mujer de Rommel así como la afición de Hitler a las películas ‘Disney’. Todo en «Prohibida en Normandía».

Normandía, 1944. Ucrania o Gaza, 2024. Pasan los años. Siguen las guerras. Otros territorios. La misma muerte.

La guerra es la misma de siempre, un adverbio circunstancial que solo cambia de tiempo y lugar. Planteo la novela como un grito hacia el pacifismo. Somos muy sofisticados para unas cosas, pero cuando llega la barbarie nos convertimos en seres muy básicos.

Sigue el mismo compás del signo de los tiempos, «locos que guían ciegos».

Las guerras suelen ser decisiones de una sola persona como vemos en nuestros días. Los pueblos en general no quieren que le maten a un hijo o una hermana. La testosterona de unos pocos acaba con la vida de muchos.

En su novela hace usted un homenaje a la mujer de frente a la guerra y en el frente de guerra.

Martha Gellhorn arriesgó su vida para contar la verdad en el Desembarco de Normandía. Fue testigo directo pero la silenciaron. Luchó en varios frentes simultáneos. El ejército, que por orden de Montgomery, impedía que una mujer se acreditara por el simple hecho de serlo. Temían que le restara heroicidad a la victoria, «hasta una mujer era capaz de hacerlo».

Ernest Hemingway.

Le dejó muy claro que quería una mujer en la cama y no una reportera en el frente. Una nota a pie de página en su gloriosa vida de reportero y escritor. Por eso, yo retrato su valía como mujer y reportera, a modo de acto de justicia poética.

Por eso centra la trama en las fotógrafas y mujeres corresponsales de guerra.

La historia siempre ha estado contada por hombres. Se ha silenciado o puesto una venda al relato y la mirada de la mujer. Querían tener la exclusiva de contar las grandes hazañas bélicas, entrevistar a los generales; la gloria de la victoria. Pero las mejores fotos la hicieron las fotógrafas; la intrahistoria de la contienda y quienes relataron «lo que todos debían ver» vinieron de las mujeres reporteras.

Si la guerra del Golfo fue la primera televisada, esta Segunda Guerra Mundial se vio luego en la gran pantalla.

Es interesante cómo construían la realidad a partir de la ficción. Se exhibía una espectacularización del conflicto, pero con el ‘pequeño detalle’ de que la gente moría de verdad.

Hollywood fue fundamental para ganar la II G.M. Actores y tramoyistas desviaron la atención para que el Desembarco de Normandía fuese un éxito.

Así fue. El «ejército fantasma» fue el mayor truco de prestidigitación de la historia. Crearon un plató en Dover para que los alemanes creyeran que iban a pasar por el paso Calais mientras desembarcaban en Normandía. Lo consiguieron con muchos trucos.

Qué me dices.

Construyeron un aeródromo y un Puerto falso, tanques hinchables; se llevaron a técnicos de sonido e iluminación, carpinteros, fotógrafos, pintores… Les hicieron creer que había más de cien mil hombres apostados y preparados para cruzar. Llegaban cientos y cientos de trenes vacíos solo para simular que estaban trasladando las tropas. Además, coincidió que Rommel estaba de permiso esa noche porque era el cumpleaños de su mujer.

El «Zorro» comprándole unos zapatos a la mujer por su cumple y a Hitler se le pegaron las sábanas. Si no es porque son criminales de la Humanidad es para soltar eso de «Vaya tropa».

Hitler organizaba todas las noches un cinefórum en el Nido de Águilas. La propaganda alemana dice que veía películas de la BFA pero en realidad lo que le gustaba era Hollywood y Disney. Llegó a pedir que capturaran vivo a Clark Gable. Cuando Normandía, no quisieron despertarle hasta mediodía después de haber trasnochado viendo ‘la tele’, y luego ya era tarde. El cine le perdía y por el cine se perdió.