Olivia Headon llama discretamente a la puerta de cada una de las tiendas de campaña instaladas a orillas del Gran Canal, el brazo de agua que recorre Dublín y conecta la ciudad con el río Shannon. Junto a un grupo de voluntarios, ha traído medio centenar de esterillas aislantes para evitar que la humedad cale en los huesos de los inmigrantes hacinados a lo largo de 100 metros. “Algunos no tenían ni idea de que iban a acabar en Irlanda y otros han huido del Reino Unido por miedo a que los acaben deportando a Ruanda”, explica Headon, que ha trabajado durante una década para el departamento de comunicación de la Organización Internacional para las Migraciones (IOM) de la ONU en zonas de conflicto como Ucrania o Somalia.