El reciente hundimiento en el precio de los minerales críticos para el despegue definitivo de las energías renovables y las baterías a gran escala es un arma de doble filo: reduce la presión sobre los desarrolladores y, a la vez, resta incentivos para la muy necesaria inversión en nuevos yacimientos. En su último monográfico sobre estos recursos, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) llama a las empresas del sector a redoblar sus esfuerzos inversores en litio, cobre, cobalto, níquel, grafito y las llamadas tierras raras.