La amnistía, la mujer de César y la Justicia

La amnistía, la mujer de César y la Justicia

Martin Baron, que fue director del diario The Washington Post, presenta hoy en Madrid su libro «Frente al poder, Trump, Bezos y el Washington Post». Allí escribe que «lo escandaloso no es lo ilegal, sino lo legal». También hoy, el Congreso de los Diputados aprueba, de forma definitiva, la amnistía para todos los implicados en el «procés», lo que no significa que se vaya a aplicar de inmediato. Es decir, Carles Puigdemont, salvo que tenga un arranque de audacia y de redaños todavía tardará en volver a Cataluña. El Gobierno y el inquilino de La Moncloa, en plena campaña electoral, derrotan entre las maniobras de distracción y para su parroquia, como la bronca con Milei y el reconocimiento de Palestina –se podía hacer en cualquier otro momento sin que nada cambiara– por una parte y, por otra, en cómo contener los efectos de que Begoña Gómez, la mujer del presidente, figure como investigada por el juez Juan Carlos Peinado desde que inició sus diligencias. Pedro Sánchez tenía que saberlo cuando anunció, con gran suspense, sus «cinco días de reflexión» y eso tampoco ayuda.

Los profetas de la demoscopia, incluidos los «adivinólogos de zurrón y cachiporra» de los que se cachondea Tezanos, presidente de CIS, en un artículo, creen que nada de eso tendrá gran influencia en las elecciones europeas. Una mayoría de juristas, incluidos varios cercanos al PP, no acaban de ver delito en la conducta de Begoña Gómez, al menos con los datos que se conocen hasta ahora. Eso no la exime de imprudencia en el mejor de los casos. Plutarco (46-120) en sus «Vidas paralelas» ya pone en boca de Julio César (100-44AC) que «la mujer de César no solo debe ser honesta, sino también parecerlo». El romano estaba molesto por la conducta de Pompeya, su segunda esposa, de la que se divorciaría. Las cartas de recomendación enviadas por Begoña Gómez son una torpeza inusitada, igual que la amnistía es «el caballo de Troya de la democracia» (Deusto), título del libro coordinado por Andrés Betancor, obra colectiva de ocho catedráticos críticos con la medida. Y Sánchez, consciente desde el principio de que su mujer estaba investigada, se ha enredado en su propia madeja, quizá sin advertir que «lo escandaloso no es lo ilegal, sino lo legal», como explica Baron.