La suplantación

La suplantación

Vivimos un tiempo muy contradictorio porque las empresas tecnológicas han adquirido una destreza alucinante para lo que conviene a sus intereses particulares, pero, sin sonrojarse, muestran una desatención total por lo que no les resulta rentable. Basta saber que Alphabet, la matriz de Google, ha declarado unos ingresos superiores a los 22.000 millones de euros mientras reducía su plantilla en 10.000 personas, todo ello en el primer trimestre de este año cruel de 2024. Dominación es la palabra adecuada; llamarlo de otra forma es ser bobo. En ese mismo contexto de exaltación de ingresos, muchos lectores en formato digital se muestran irritados porque adosados a la información, artículos y búsquedas les aparecen anuncios falsos de inversiones donde se suplanta a famosos sin ningún recato. Incluso días atrás se manipuló el vídeo de un obispo para hacerle recomendar adquisiciones de Bolsa. Los anuncios falsos que ofrecen estúpidas fórmulas de éxito proliferan en los últimos años al amparo de unas ambiciones grotescas inoculadas en los jóvenes. En ellos utilizan la cara y el prestigio de personas conocidas para estas chifladuras.

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