La técnica más efectiva frente al cáncer de piel más frecuente

La técnica más efectiva frente al cáncer de piel más frecuente

El uso de cirugía de Mohs permite eliminar completamente el tumor y preservar el tejido sano, lo que la convierte en la técnica más efectiva para tratar los carcinomas basocelulares.

«Se trata del cáncer de piel más frecuente, cuyo color puede variar, pero no siempre es más oscuro que la piel circundante», explica a este suplemento el Dr. Ricardo Ruiz Rodríguez, director médico de Dermatología de la Clínica Dermatológica Internacional (CDI) y jefe de Servicio de Dermatología del Hospital Ruber Internacional, tras la jornada «Cirugía de Mohs en el tratamiento del cáncer de piel», celebrada en la Fundación Ramón Areces, en Madrid.

Con esta cirugía se obtienen «entre tres y cinco veces mejores resultados que con una escisión estándar, tanto en el caso de los tumores que tratamos por primera vez como para los que son recurrentes» y «tiene la ventaja de ser muy precisa, al eliminar todo el cáncer visible y reducir el riesgo de recidiva, especialmente en áreas de alto riesgo como la cara».

Y eso se debe a que esta técnica quirúrgica «implica la eliminación del tumor capa por capa, examinando cada capa al microscopio inmediatamente», detalla.

«Este proceso –prosigue el especialista– se repite hasta que no quedan células cancerosas, lo que permite preservar la mayor cantidad de tejido sano posible». Por lo tanto, es la técnica que «obtiene los mejores resultados estéticos y oncológicos para eliminar el cáncer de piel», asegura.

Por eso, como explica el doctor Ruiz Rodríguez, está indicada para carcinomas basocelulares recurrentes, de gran tamaño, con márgenes mal definidos, en áreas de alto riesgo como la cara, las manos, los pies y los genitales, y para tumores con un alto riesgo de recidiva.

Es decir, para un gran número de tumores, ya que «el carcinoma basocelular es el cáncer de piel más frecuente, representando aproximadamente el 80% de todos los casos de cáncer de piel no melanoma. En España, uno de cada dos cánceres que se diagnostican es un carcinoma basocelular».

Hace 16 años la cirugía de Mosh se hacía en muy pocos hospitales, hoy, sigue sin ser frecuente en España, pero sí en otros país. Así, mientras que en Estados Unidos se opera con esta técnica quirúrgica en la mayoría de estos tumores, en España sigue sin ser tan frecuente.

«Es un tema de organización de recursos, no es fácil en la Sanidad pública porque se necesitan varios especialistas. Está claramente infrautilizada», incidió durante la jornada. Y es que resulta imprescindible la presencia de un dermatólogo, un dermopatólogo y un especialista en anatomía patológica, ya que el análisis patológico inmediato de los tejidos resecados durante el procedimiento permite asegurar que todo el cáncer ha sido removido.

En cuanto a la técnica en sí, se pueden distinguir dos tipos de cirugía de Mohs: la convencional, indicada fundamentalmente para el carcinoma escamoso y el carcinoma basocelular. Y la slow-Mohs, para carcinomas escamosos recidivantes, así como extirpaciones completas de sarcomas cutáneos. También es útil en un tipo particular de melanoma, el léntigo maligno o léntigo maligno melanoma, que suele aparecer en el rostro.

Indicaciones

Así, mientras la slow Mohs se utiliza «principalmente en casos donde la precisión es crucial, pero el procedimiento estándar de analizar los bordes no es factible. Por ello, el defecto se deja abierto y en uno o dos días el paciente vuelve a quirófano y se le reinterviene eliminando los bordes que han resultado afectos en el análisis microscópico, y cerrando el defecto si los bordes están libres», explica el Dr. Pedro Rodríguez, dermatólogo especialista en Oncología y Cirugía dermatológica del Hospital Ruber Internacional y CDI.

A estas técnicas se une más recientemente la microscopía confocal ex vivo, que, como detalla el doctor Rodríguez, «es una técnica de imagen que puede usarse para evaluar los márgenes del tumor durante la cirugía de Mohs».

«Permite una evaluación rápida y precisa de los tejidos –prosigue–, lo que ayuda a asegurar que se ha eliminado todo el cáncer». Para ello, la microscopía confocal ex vivo emplea dos tipos de láser: uno infrarrojo de reflectancia y un láser azul de fluorescencia. Ambas imágenes se fusionan en una sola para estudiarla.

Es una tecnología que ofrece una muy buena resolución, aunque de momento, no está muy extendida. «Pero puede ser una innovación interesante en un futuro para aumentar la seguridad y rapidez de la técnica», añade el doctor Rodríguez.

Eso sí, el cirujano debe tener un conocimiento profundo de las zonas de especial riesgo, dada la dificultad de la técnica.