Los errores más comunes que se cometen a la hora de invertir

Los errores más comunes que se cometen a la hora de invertir

El éxito de una inversión depende de muchos factores. Tomarse un tiempo para analizar una serie de parámetros puede suponer la diferencia entre ganar o perder dinero. Sin embargo, no siempre los inversores tienen en cuenta estas consideraciones previas. La falta de conocimientos financieros, las emociones, dejarse influir por otra persona o simplemente no tener un plan de inversión pueden conducir a un resultado negativo. Así lo recoge Gescooperativo, la sociedad de inversión colectiva del Grupo Caja Rural, en un informe en el que trata de identificar las deficiencias más comunes de los inversores noveles y en el que les ofrece orientaciones para subsanarlas. Y es que, en septiembre, comienza un nuevo curso, aumenta el volumen de transacciones y se reactivan las estrategias de inversión.

Los expertos apuntan a que la escasa educación financiera es, probablemente, la base de los demás errores de inversión. No conocer que existen diferentes tipos de activos, su funcionamiento y los riesgos y ventajas asociados a cada uno de ellos puede llevar a buscar soluciones sin fundamento, que no se ajusten a los objetivos de inversión, o peor aún, a ni siquiera ser consciente de esta necesidad. Además, es necesario tener en cuenta otras cuestiones, como la inflación, ya que el patrimonio puede perder poder adquisitivo año tras año.

La ausencia de diversificación es otro de los errores más habituales. Cuando se encuentra un producto financiero que se considera bueno, directamente se suscribe sin tener en cuenta los diferentes riesgos asociados. No diversificar y hacer una apuesta por un solo activo puede llevar a multiplicar la vulnerabilidad de la inversión, ya que el comportamiento del mercado suele ser imprevisible.

Seguir lo que dicen otras personas con influencia tampoco es correcto. A diferencia de lo que ocurría antes, cuando la información financiera era solo accesible a una élite, hoy fluye por diversos canales, y siempre se puede encontrar alguien que haga recomendaciones, sin tener en cuenta que esta puede estar sesgada por múltiples factores.

No tener un plan de inversión también es bastante común. Muchas veces el inversor, influido por las informaciones que recibe, puede creer que está ante el momento idóneo para invertir en activos de renta variable o de renta fija sin considerar su propio ciclo vital como inversor. Conocerse a uno mismo es un aspecto fundamental para diseñar un buen plan de inversión.

Pensar que se pueden predecir los movimientos del mercado es otro error. Comprar cuando se piensa que un valor está barato y venderlo si se considera que está caro puede conducir al fracaso. En toda inversión, es necesario un análisis previo.

No saber controlar las emociones es un «clásico». Dejarse influenciar por situaciones de pánico o euforia no suele traer buenas consecuencias, como cortar las ganancias cuando estas se producen, principalmente por miedo a que la subida sea limitada o de corto alcance, o dejar correr las pérdidas en momentos bajistas por no querer aceptar que se ha cometido un error.

Creer que un plan de inversión inicial es suficiente para garantizar el éxito a largo plazo es prácticamente una quimera. Toda cartera de inversión necesita ajustes periódicos para adaptarse a las circunstancias cambiantes del mercado y a la evolución de los objetivos financieros del inversor. Hay que tener en cuenta que, cuando un inversor establece su cartera, lo hace basándose en una serie de suposiciones y condiciones actuales, como su situación financiera, tolerancia al riesgo y expectativas de mercado. Un buen plan de inversión no es estático y debe ajustarse periódicamente según la cambiante circunstancia del inversor y del entorno económico. Esto no solo ayuda a gestionar el riesgo, sino que también maximiza las oportunidades de alcanzar sus objetivos financieros a largo plazo.

Por último, no conocer la fiscalidad asociada a los activos financieros es un problema que puede llevar al inversor a adoptar decisiones que no sean positivas. Por ejemplo, al invertir en renta variable española, un inversor puede elegir entre acciones, ETFs o fondos de inversión. Sin embargo, desde el punto de vista fiscal, los fondos de inversión ofrecen ventajas significativas, como la posibilidad de traspasar inversiones sin tributar por las plusvalías hasta el momento del reembolso. Esta diferencia puede tener un impacto considerable en la rentabilidad neta de la inversión.

Por todo ello, Gescooperativo recomienda a todos aquellos que desean adentrarse en el mundo de la inversión y carecen de conocimiento que cuenten con el apoyo de un gestor profesional, que les proporcione una orientación adaptada a sus necesidades.

Please follow and like us:
Pin Share