Los pueblos sí son para el verano, los trenes no

Los pueblos sí son para el verano, los trenes no

En este mes de agosto en el que las tres cuartas partes de españoles estamos de vacaciones, el turismo rural cada vez gana más adeptos. Ya no esta pasado de moda ir al pueblo. Cada vez más gente elige esa opción, y bien que hace. La paz, tranquilidad, aire puro, belleza monumental y buenos alimentos que ofrecen estos “paraísos” hacen que este tipo de turismo vaya ganando terreno al de sol y playa.

Además otra de las ventajas que ofrecen estos destinos, en estos tiempos que corren, es que no tienes que utilizar el tren para llegar a la mayoría de ellos. Cosa que en realidad me da pena, ya que considero que el transporte ferroviario, en circunstancias normales, es el mejor de todos por la rapidez y seguridad que ofrece. Pero la realidad actual no es así, ya que la situación que se vive en muchas estaciones es caótica y preocupante.

Y es que lo que esta sucediendo en España con su servicio ferroviario ya clama al cielo. A las insoportables esperas diarias, que todos los españoles estamos sufriendo, sin información y no en las mejores condiciones climatológicas -que uno lo ha tenido que vivir en sus propias carnes- se suman las continuas averías de los vehículos, que hacen los viajes cada vez más insoportables. Y si no que se lo digan a esos pobres viajeros del trayecto Madrid-Valencia que estuvieron más de dos horas parados en el túnel de Chamartín y que, ante la falta de soluciones y el sofocante e inaguantable calor, decidieron romper ellos mismos las ventanillas para hacer un agujero para que pudiera entrar algo de aire, y aliviar de esa forma la espera.

Esta circunstancia, por desgracia, no es algo esporádico. Hace pocos días otros viajeros del trayecto Madrid-Bilbao vivieron una angustia parecida, en Miranda de Ebro, con más de tres horas de espera, que se solucionó con muchas partidas de parchís, con una gran dosis de paciencia y un traslado en autobús.

Ante esta situación, uno lo tiene muy claro. Petate al hombro, en el que no puede faltar una «rebequita» por si refresca, y vuelta al pueblo. Porque igual que la obra de Fernando Fernán Gómez, las “bicicletas son para el verano”, los pueblos también. Aunque los trenes de ahora, por desgracia, no tanto.

Please follow and like us:
Pin Share