Los sábados de Lomana: La cuelga, el collar de cumpleaños de mi madre

Los sábados de Lomana: La cuelga, el collar de cumpleaños de mi madre

Hay fechas que indudablemente marcan nuestras vidas y nuestros tiempos. Una de ellas es el día y la fecha en que nacimos. Ayer fue mi cumpleaños. El día 1 de agosto, soy Leo. Permitanme la reflexión. Cada año, ese día, veo pasar mi vida como una película. Tengo y he tenido siempre una memoria enorme, casi prodigiosa, que me hace recordar momentos desde que era una niña muy pequeña. Esto me permite visualizar mi vida y mis cumpleaños perfectamente, como si de un documental se tratase. De niña, siempre me despertaban con «las mañanitas» y un enorme collar que hacía mi madre. Nosotros le llamábamos «la cuelga» y ella ponía allí todas las chuches y regalitos que más nos podían gustar, incluido algún billete de cinco pesetas para gastarnos en lo que quisiésemos. Ese día yo era la reina de la casa y me hacían una merienda para mis amiguitos del verano, porque el colegio el primero de agosto estaba lógicamente cerrado.

Más tarde llegaron mis cumpleaños de adolescencia con guateques y una gran merienda cena en el jardín de nuestra casa de Celorio (Asturias). La fiesta se aderezaba con bailar sin parar. Éramos los mejores roqueros hasta que mamá decía que ya era hora de ir terminando. Como no le hacíamos ni caso, hubo veces que tuvo que cortar la luz, pero nada nos desanimaba y salíamos corriendo a darnos un baño en la playa, que estaba a pie del jardín ,todos medio desnudos en ropa interior. Mi madre, que era muy moderna, y lejos de criticarnos o escandalizarse, le gustaba vernos tan alegres. Era la época de los enamoramientos románticos que nunca se olvidan.

Al cumplir 18 años, parece que todo empezó a cambiar. La pandilla se disgregó, ya no nos gustaban las mismas cosas. Yo me fui a Londres y ahí conocí al amor de mi vida, me casé y siguieron muchos cumples, pero ya nada era igual. Y sentía melancolía de «la cuelga», ese maravilloso collar con chuches que me hacía mamá.

Los cumpleaños de mi etapa de primeros años de viuda prefiero ni recordar. Estaba muy mal y no es momento de contar nada.

Siempre soñé con un cumpleaños sorpresa de esos que se ven en las películas, pero nunca llegaba. Hasta que un año un novio mexicano, que era adorable y tremendamente generoso, me invitó a la isla de Capri, en la bahía de Nápoles, y allí sucedió la sorpresa en el maravilloso Hotel J.K. Palace, en la vía Marina Grande.

Para mí, el mejor establecimiento hotelero que he estado en mi vida. Mi entonces novio me llenó de regalos, amigos y un fiestón que no esperaba. Fue un verano de ensueño.

Ayer lo celebré en Marbella, en Starlite, de la mano de Sandra García-Sanjuán, que me regaló un palco para invitar a mis amigos y ver el concierto de Los Secretos. Después, hubo una cena en la divertida zona VIP, tarta, champán y baile sin parar. Lo pasamos muy bien. La vida son etapas y todas debemos intentar que sean lo mejor posible, aunque no siempre lo conseguimos. Ya he cumplido muchos años, aunque mi mente no lo asimila y sigo viviendo como cuando era esa chica feliz para no dejar que los recuerdos me invadan y me arrastren a la tristeza…

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