María Esteve: “Mi madre está bien, estamos todos con ella”

María Esteve: “Mi madre está bien, estamos todos con ella”

María Esteve lleva el arte impregnado en su ADN. Su madre, Marisol, es una de las actrices más queridas por la opinión pública, y su padre, Antonio Gades, elevó el ballet y la danza española a lo más alto. Ella continúa con este legado, y no solo por su profesión, sino por su trabajo en la fundación y productora que lleva el nombre del recordado bailarín por todo el mundo.

Así nos lo cuenta ella misma antes de que dé comienzo uno de los muchos conciertos que Atardeceres Larios dispone este verano por el litoral mediterráneo. Recién llegada de Asia, Esteve combate las altas temperaturas propias del estío en la Costa del Sol con una rica copa de la célebre ginebra, uno de los pocos momentos de tranquilidad de los que podrá disfrutar a lo largo de varios meses. «Yo todo el año estoy trabajando, pero concretamente este verano estoy de gira con la compañía. Acabo de volver de China y vamos a trabajar a Granada. También estoy rodando una película, así que tener de repente tengo la posibilidad de venir a casa a respirar es genial. Aquí tengo la posibilidad de sentarme con buena compañía, con buenos amigos, con buena música, con una experiencia gastronómica que es buenísima y viendo uno de los mejores atardeceres del litoral peninsular», cuenta a LA RAZÓN desde las vistas al Mediterráneo que ofrece el privilegiado enclave del Balneario de los Baños del Carmen de Málaga.

Precisamente, los atardeceres son unos de sus momentos favoritos para disfrutar con familia y amigos, y recuerda uno muy especial que se produjo hace justo un año en el mismo lugar: «En uno de los conciertos vino José Mercé a tocar y estuve acompañada de mis hermanas, que vinimos con mi madre y mi tía, y lo pasamos aquí todas. Para mí, ese momento viendo a José Mercé mientras caía la tarde fue mágico. Fue un encuentro que recuerdo especial y muy bonito».

Sobre su madre, la célebre Marisol, que no pasa por su mejor momento desde la muerte de su pareja Massimo Stecchini el año pasado, Esteve recalca escueta pero agradecida por el interés que se encuentra «bien, está feliz, está contenta. Estamos todos ahí con ella, claro, y estamos todos bien, esa es la verdad».

La actriz se siente profundamente orgullosa de sus raíces y trabaja cada día para que el arte de su padre siga vivo, una tarea que, paradójicamente, le cuesta más desempeñar en el extranjero que en nuestro país: «Junto a Eugenia Eiriz, que es la viuda de mi padre, montamos la productora Tamiru Producciones Artísticas, y además somos las CEO y responsables del ballet de Antonio Gades. Trabajo con el flamenco desde hace muchísimos años y generalmente estamos siempre de gira. En España es donde menos trabajamos, pero sí fuera. Este año el ballet “Carmen” de Gades y Saura nos ha llevado a China 44 días. Hemos estado en 20 ciudades, en 20 teatros».

Compagina esta responsabilidad con su faceta artística y su trabajo sobre los escenarios, una profesión difícil de que, de momento, puede vivir, aunque no le asusta si llegara el día en que su teléfono dejara de sonar, como ha ocurrido a otras muchas estrellas: «Yo no he tenido nunca miedo, pero en ninguna de las situaciones, porque para empezar, tengo dos piernas, dos brazos y salud, que eso es lo más importante de todo. Yo soy un espíritu inquieto. Por ejemplo, en algunos rodajes me peino yo porque sé de peluquería, sé coser, y durante la pandemia hice mascarillas para todo el barrio, hice las reformas de mi casa… Quiero decir que si en algún momento tuviera un parón, me podría buscar la vida de otra forma, y seguramente con algo que me apasionara también».

De momento, prefiere no pedir mucho a la vida, a la que solo reclama «estar en paz. Yo estoy conforme con lo que tengo hoy. No sé lo que vendrá mañana… Tener una casita en el campo y quedarme más tiempo, eso quizá me gustaría. Pero he aprendido a disfrutar y mucho de lo que tengo en el momento, de lo que hay».

[[H2:La «espinita» de ser bailarina]]

Aunque siempre tuvo claro que lo suyo era el arte, Esteve no siempre soñó con ser actriz. Impresionada por el talento de su padre, sus primeras ambiciones relacionadas con los escenarios apuntaban más al baile, tal y como ella misma expone: «Tuve una duda existencial porque iba enfocada a la danza. Yo pensé que sería bailarina, pero bueno, de repente encontré en la interpretación esa vía de expresión».

Ser actriz le ha permitido explorar otras ramas del arte, entre las que se encuentra la danza, y agradece a su trabajo haberle permitido curar esa espinita: «Mi profesión me ha permitido bailar y me ha permitido cantar, así que me doy por satisfecha».

Ahora, por más que disfrute de otras formas de expresión artística o de su trabajo en la fundación de su padre, reconoce que lo único que la hace «la mujer más feliz de todo el globo» es «interpretar un buen personaje y ponerme en el set de grabación».

Sobre el importante papel que desempeña llevando el legado artístico de Antonio Gades a todas las partes del mundo, reconoce que es una responsabilidad que «pesa porque hay mucho trabajo detrás, porque tengo una compañía privada con más de 27 personas que no ha cerrado en 20 años, ni siquiera durante la pandemia. Es mucho trabajo, pero es precioso, es muy bonito».

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