Michael Jackson y Lisa Marie Presley: 30 años del “sí, quiero” que nadie se creyó

Michael Jackson y Lisa Marie Presley: 30 años del “sí, quiero” que nadie se creyó

Aunque nadie se lo creyó, en realidad pasó. La boda de Michael Jackson y Lisa Marie Presley, hija del icónico Elvis Presley, no contó
con el respaldo de nadie. De hecho, nadie fue al enlace, porque fue tan secreto
que ni su familia ni sus amigos más íntimos conocían sus planes de contraer
nupcias. Pero dieron la gran sorpresa un día como hoy 30 años atrás, el 26 de
mayo de 1994. Una jornada que pasará a la historia de la música como el día en
el que el Rey del Pop y el Rey del Rock quedaron unidos en santo matrimonio,
aunque la hija jugase un papel protagonista. Eso sí, ni tan siquiera su madre
pensó que ella fuese relevante en ese “sí, quiero”, cuando no dudó en criticar
el enlace públicamente: “Siempre pensé que Michael Jackson amaba a Elvis, o
respetaba a Elvis, y siempre sentí que tener el nombre, estar asociado al
nombre a través de mi hija…”, deslizaba Priscilla Presley en una entrevista tras la muerte de su hija. No creyó en la boda y prefería que no se hubiese
celebrado. El tiempo le dio la razón dos años después. Todo fue un auténtico
desastre.

Todo estalló cuando una mañana Lisa Marie Presley se cansó
de negar lo que ocultaba en secreto: sí, era la mujer del cantante y nadie se
había enterado. Ahora bien, los rumores ya estaban sonando con fuerza. Lo hacía
a golpe de comunicado de prensa: “Mi boda con Michael Jackson tuvo lugar en una
ceremonia secreta fuera de Estados Unidos hace 11 semanas. Mi nombre de casada
es señora Lisa Marie Presley-Jackson. Estoy muy enamorada de Michael. Dedicaré
mi vida a ser su esposa. Lo entiendo y lo apoyo, ambos tenemos la ilusión de
crear una familia y vivir juntos una vida feliz y saludable”. El anuncio fue un
shock mayúsculo y nadie apostaba ni un duro por ellos. De hecho, todos creyeron
desde un primer momento que se trataba más de una colaboración publicitaria que
fruto de una auténtica historia de amor. Él conseguía alejar la polémica y ella
relanzar su discreta carrera musical.

Tan secreto fue su intercambio de alianzas en un hotel de
República Dominicana, que ni su familia se enteró, pues no recibieron
invitación. En respuesta, los contrayentes se quedaron sin felicitaciones y
buenos deseos. Todo fueron críticas. Así comenzó el empeño de la
pareja en demostrar que lo suyo era real, como así se escenificó en los MTV
Awards del 94, cuando el cantante subió a su esposa al escenario y la besó en
público con pasión desbordada. Ni con esas funcionó, pues para muchos estaban
forzados y poco naturales. Además, pocos podían pasar por alto que habían
comenzado a salir supuestas víctimas de abusos sexuales por parte del artista a
menores de edad. El escándalo era demasiado grande como para silenciarlo con un
beso, por muy efectiva que fuese la bomba de humo.

 

Es más, la propia Lisa Marie Presley llegó a confesar lo
extraño que le resultó el inesperado interés de Michael hacia ella, cuando se
conocían desde pequeños. Lo hizo cuando ya habían firmado los papeles que
disolvía su disparatado matrimonio, dejando constancia de la coincidencia de
las primeras denuncias de abusos a menores con su cortejo: “Me llamó y me contó
cuál era su versión de los hechos, por lo que parecía una situación de
extorsión. Le creí, porque era muy convincente”. Así, para “salvarle”, decidió
iniciar un romance con él, a pesar de que estaba casada con Danny Keough, padre
de sus dos hijos, pues le admiraba profundamente y confiaba en su inocencia.
Echando cálculos, no se llegó a cumplir el mes desde que pidió el divorcio a su
marido y convirtió al Rey del Pop en su sustituto en el Registro Civil. 20 días
sirvieron para estar segura de que era su media naranja y eso que después
reveló que durante los dos años que estuvieron casados jamás le vio sin
maquillar. Después recordaría como el peor de sus errores el haber dejado a su
esposo por Michael.

Polémico fue su comienzo. Más lo fue su final. Lisa Marie
Presley se fue desencantando con el paso de los meses del influjo de Michael
Jackson. Quizá la convivencia no era buena y la intimidad poco relevante, pero
lo cierto es que fueron las adicciones del cantante y las constantes
acusaciones de abuso sexual a menores los que desgastaron el amor que prometían
profesarse y que nadie llegó a creerse nunca. Se juraron amor eterno con la
idea de formar una familia que nunca llegó, pues sus problemas eran muy graves
como para pensar en traer más niños al mundo. Él no mantenía un control sobre los opiáceos y los analgésicos que le recetaba su médico y ella se plantó
frente a él con un ultimátum: “O las drogas y los aduladores o yo”. La decisión
es de sobra conocida. “Él me echó de su lado”, continuó abusando de las
pastillas hasta su muerte el 25 de junio de 2009. No sin antes cumplir su sueño
de ser padre, lo cual logró al lado de su siguiente esposa, Deborah Rowe, con
la que se casó meses después de su divorcio. Con ella tuvo tres hijos,
herederos de su imperio, aunque no pudo tener el placer de entremezclar sus genes
con los de Elvis Presley.