Nueva Caledonia es una herida que toca algo íntimo de Francia: los restos del pasado colonial y sus ambiciones de grandeur y poder global. A 17.000 kilómetros de París, un mínimo de 24 horas de avión y nueve husos horarios, es la Francia de las antípodas. ¿Un anacronismo? ¿O un experimento de soberanía compartida en el siglo XXI? Exótico para los franceses de la metrópolis y sus dirigentes, este archipiélago al noreste de Australia y colonizado en 1853 vive estos días sus horas más graves desde la violencia los años ochenta, una situación que se califica de casi-guerra civil.