Precios sin competencia

Precios sin competencia

La inteligencia artificial sustrajo a Scarlett Johansson la voz después de que la actriz se negara a vendérsela. Denunciado el robo, se la tuvieron que devolver, claro: la propiedad privada no se toca. Significa que, además de con el riñón y con el hígado, también podemos hacer negocio con nuestras producciones guturales. Si entras en la internet profunda, donde hasta por un gramo de semen de baja calidad recibes unos céntimos, ya puedes ofrecer también tu voz a cambio de unos euros. Eso es lo primero que se nos ocurrió a los pobres de este mundo, pero quién va a querer la voz de un pobre (esto es lo segundo que se nos ocurrió). Tu voz quédatela, no es un producto interesante, hermano, lo sería si poseyeras la de Scarlett Johansson o la de Robert De Niro, incluso la del español Iñaki Gabilondo. Ahí tienes unos bienes de consumo que serían un éxito si salieran a Bolsa el lunes próximo. Igual que poseer hectáreas de suelo urbanizable en Benidorm.

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