Ya han pasado más de cinco años desde que Rosario Bermudo fue reconocida legalmente como hija de Leoncio González, marido de la duquesa de Medina Sidonia, conocida popularmente como duquesa roja. A partir de ese momento comenzó su lucha contra sus cuatro hermanos por parte de padre, Leoncio, Pilar, Gabriel y Javier, para recibir la parte que le corresponde de la millonaria herencia familiar. La mujer de 72 años se vio así sumergida en un largo proceso cuyo final empieza a vislumbrarse, tal y como su abogado, Fernando Osuna, indica a LA RAZÓN.
El juicio se celebrará el próximo 9 de octubre a las 9:00 horas de la mañana en el juzgado de Soria, puesto que una de las hermanas de Bermudo se niega a llegar a un acuerdo con ella. El resto sí lo ha hecho, una entente que ha permitido a la mujer recibir buena parte de su millonaria herencia. “Ya ha cobrado la mitad”, dice el letrado a este diario.
Muestra del acuerdo al que ha llegado con parte de sus hermanos fue el emotivo abrazo con el que saludó a Gabriel el pasado 27 de mayo, cuando se celebró un encuentro entre ambas partes.
Aunque la legítima herencia que correspondería a Bermudo podría superar el millón de euros, su letrado es consciente de que el trato con sus hermanos puede pasar por renunciar a parte de ese legado, y Osuna todavía no tiene clara una estimación de la cifra final que acabará en el bolsillo de su representada. “Aún no sabemos”, comenta a este periódico.
Dependerá en buena medida de la resolución a la que se llegue el próximo miércoles tras la celebración del juicio, y en cualquier caso, parece que Bermudo ya ha ganado la buena relación con algunos de sus hermanos.
En una entrevista publicada en LA RAZÓN en diciembre de 2023, la mujer ya declaró que anhelaba el cariño de su familia y que le gustaría poder conocer a fondo a sus cuatro hermanos: “Me gustaría que me quisieran. Yo tengo otros seis hermanos por parte de madre y nos queremos con locura. Me duele que mi otra familia esté separada. Esos hermanos a los que no conozco se negaron a hacer las pruebas de ADN y tuvimos que exhumar el cadáver de mi padre… Ellos dicen que no les avisaron para hacerse las pruebas, y es mentira. Me siento engañada. He intentado ponerme en contacto con mis hermanos y me ignoraron totalmente”.
Una realidad que hoy parece bien distinta, teniendo en cuenta el abrazo con el que saludó a Gabriel y la disposición de tres de sus cuatro hermanos a llegar a un acuerdo con ella.
