¿Sánchez aguantará?

¿Sánchez aguantará?

En el sanchismo nada es blanco o negro, aunque tenemos la certeza de que su único interés es perpetuarse en el poder. Cuenta con varias bazas a su favor. En primer lugar, está su total ausencia de principios. Es un auténtico camaleón como demuestra su trayectoria política. Sus hagiógrafos encuentran normal todo lo que hace. No hay nada que les parezca mal. Por lo visto, es comprensible decir una cosa y hacer lo contrario, mentir sistemáticamente, colonizar la Administración, utilizar las instituciones al servicio de sus intereses personales y partidistas y convertir el Tribunal Constitucional en una marioneta. Otra baza, como me explicó una de las pocas personas que tiene ascendiente sobre él, es su falta de empatía, que es tanto su mayor fuerza como su mayor debilidad. A esto hay que añadir que no tiene contrapesos en su partido. El sistema caudillista de primarias y el enorme sufrimiento personal que sufrió cuando fue defenestrado le ha conducido a un modelo donde uno manda y el resto obedece. Como todos dependen de él se ha convertido en la única fuente de poder.

Sánchez es muy consciente de esta realidad. Me recuerda el comentario que me hizo hace muchos años un presidente del Gobierno cuando le cuestioné algunas disensiones entre sus ministros, algo que es habitual desde la época de Adolfo Suárez. Me contestó que no le afectaba, porque estaba en la cúspide de la pirámide. La situación del primer presidente de la democracia fue más traumática, porque todos conspiraban entre ellos y contra él. En cambio, desde González hasta Sánchez creo que todos se han divertido, dicho irónicamente, con este tipo de enfrentamientos. Finalmente, el actual inquilino de La Moncloa no tiene una mayoría alternativa viable en un Congreso que es, paradójicamente, de centro derecha. Feijóo no puede acordar una moción de censura con Vox y Junts, porque son incompatibles entre ellos. La prórroga de los Presupuestos sería un disparate, pero cuenta con Conde-Pumpido como jurista de cámara del sanchismo y aunque hubiera una prohibición clara y expresa en la Constitución la orillaría sin ruborizarse. Ni siquiera le preocupa que los independentistas le tumben iniciativas. Su único problema es el caso Begoña Gómez y que se envíe su imputación al Supremo, porque tiene todos los números para que el Congreso acepte el suplicatorio.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)

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