Sánchez sigue en el alambre

Sánchez sigue en el alambre

Illa ha ganado con claridad, pero el resultado de ayer en Cataluña no beneficia a la presidencia de Sánchez, que queda otra vez a merced de lo que Puigdemont decida en Madrid. De ser Illa elegido president con el respaldo del tripartido (PCS, ERC, Comunes), el líder de Junts podría tener la tentación de castigar a Sánchez en una hipotética moción de censura de Feijóo, si bien el jefe del Gobierno podría antes disolver las Cortes. Illa es el vencedor y junto a él, el fugado, a quien Sánchez ha vuelto a hacer grande. El partido que más sube tanto en escaños como porcentaje es el PP.

Todo va a depender, en cualquier caso, de lo que decida hacer Esquerra, el gran perdedor de la noche. Un apoyo de los republicanos a Puigdemont serviría de poco porque el bloque indepe no suma apoyos suficientes para investir al de Junts. La única opción de Esquerra es decidir si apoya a Illa o si, votando en contra, fuerza nuevas elecciones, con riesgo evidente de ser castigado aún con más dureza. Luego en el PSC entienden que, retirado de la circulación Aragonés, Junqueras decidirá no obstaculizar la investidura del exministro de Sanidad. Una investidura que podría hacer más débil a Sánchez en Madrid, de llevar a cabo Puigdemont su amenaza de castigar al socialista por no hacerle presidente de la Generalidad. Luego Illa ha vencido, pero Sánchez no tanto. Está hoy más en el alambre que ayer, por lo que no habría que descartar, ante la posibilidad de perder una moción de censura, que pudiera anticipar elecciones enarbolando la bandera de «he vencido al independentismo, que hoy está más débil que hace cuatro años», lo que, con los números en la mano, es cierto.

Luego los ganadores son Illa, Puigdemont y Alejandro Fernández, y los perdedores Aragonés y los Comunes de Yolanda Díaz, que se vuelve a pegar otro batacazo, y van tres consecutivos. También cae la CUP, tal vez porque el voto útil de la izquierda se ha concentrado en el PSC.

El PP vuelve a ocupar la posición que le ha correspondido históricamente, como cuarta fuerza con 15 escaños, dejando atrás los tres tristes diputados de la anterior contienda, cuando ocupaba la posición octava en el ránking de partidos catalanes. Feijóo consolida sus aspiraciones, tras superar con claridad a Vox y sumar resultados positivos en Galicia, País Vasco y Cataluña, lo que le sitúa en buena posición cara a las europeas.

Vox también mantiene su espacio e incluso crece el respaldo a sus postulados, dado que, independentismo al margen, lo que defiende la Aliança Catalana de Orriols es casi lo mismo en materia de inseguridad, okupación e inmigración, si bien difieren diametralmente en cuanto a ideología de base, uno españolista y la otra independe.

En definitiva, sigue la incertidumbre en una comunidad instalada en la inestabilidad desde hace años, con reflejo negativo tanto en la economía como en la sociedad. Cataluña acumula déficits presupuestarios sucesivos, una asfixiante presión fiscal (hasta 15 impuestos propios), una deuda disparada (85 mil millones, el 33 por ciento de su PIB), y una calidad de vida por debajo de la media de España.

Las políticas hostiles hacia los empresarios, practicadas por una izquierda extrema que condiciona a los gobiernos (ERC, Comunes, CUP) no han favorecido la vuelta de las más de 800 sociedades que huyeron con el «procés». La nefasta gestión de los recursos públicos ha terminado afectando a una población fracturada, hastiada de una clase política incapaz de resolver problemas.

El resultado no alimenta el optimismo, por mucho que espacio indepe haya retrocedido con una victoria clara de Illa, pero que no es suficiente. En último término será rehén de ERC y los Comunes. Y Sánchez tiene motivos para estar preocupado, porque la crecida de Puigdemont es gracias al protagonismo que él mismo le ha dado con la amnistía. El de Waterloo está hoy más fuerte y se lo puede hacer pasar mal en Madrid.

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