Un Robe en estado de gracia apasiona a 30.000 personas en Madrid

Un Robe en estado de gracia apasiona a 30.000 personas en Madrid

En una mano, Robe lleva la guitarra, que se ha descolgado de su cuello. Alza el instrumento, como si fuese un apache con su fusil después de la batalla, porque “prefiero ser un indio que un importante abogado”, como dice la canción que está sonando. Con la otra mano saluda a los 30.000 espectadores. A veces, se choca el puño en el pecho por la parte del corazón, en una muestra de gratitud. Recorre el escenario de un extremo al otro, con una sonrisa relajada y un semblante de gran tímido. Detrás, los seis músicos de su grupo cabalgan sobre la parte final instrumental de Ama, ama, ama y ensancha el alma. Es la una de la madrugada, un ligero viento refresca una noche cálida y Robe acaba de terminar uno de los conciertos de su vida.

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