Hace apenas dos décadas, las opciones terapéuticas para la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) eran muy limitadas: corticoides y poco más. Desde entonces, la investigación en torno a la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa –las dos patologías predominantes en la EII– ha permitido no solo multiplicar estas opciones, sino “ser más ambiciosos en los objetivos del tratamiento”, como explica el doctor Fernando Gomollón, jefe de Sección de Enfermedad Inflamatoria Intestinal en el Hospital Clínico Universitario de Zaragoza.