¿Y el ministro del ramo?

¿Y el ministro del ramo?

Desde que hace seis años arrancase en nuestro país un periodo político marcado por gobiernos de coalición entre PSOE y los referentes a su izquierda con el apoyo –separatistas, incluidos– de cualquiera que no esté del centro hacia la derecha, la tendencia a la hora de abordar cuestiones de primerísimo orden, siempre ha sido la de mantener al margen al ministro de turno, ya saben, el del «ramo», para que la línea de actuación no se salga de negociaciones puntuales con socios parlamentarios que no siempre comparten los mismos intereses y que podrían ser entorpecidas por la irrupción de un miembro del Gobierno, por mucho que se trate de su negociado y con independencia de a que facción de la coalición corresponda. Eso es una cosa, por otra parte, altamente discutible y otra muy distinta es la condición casi total, completa y absoluta de «desaparecido en combate» exhibida por el responsable de Interior Grande-Marlaska ante el verdadero y auténtico tsunami de inmigración incontrolada del que, especialmente en esta época veraniega están siendo objeto las fronteras de nuestro país.

Durante los últimos días han pasado muchas cosas en materia de inmigración, sobre todo afectando a comunidades como Andalucía, Baleares o Canarias en lo relativo a la llegada de personas huyendo del infierno y atendiendo a un peligroso efecto llamada, o al resto de las regiones comprometidas con la acogida a menores procedentes del exterior, a pesar de que su capacidad de absorción además de no ser ilimitada está alarmantemente saturada. Salvada alguna muy puntual declaración de esas de «pasillo», al ministro del Interior y ante el problema tal vez más grave de las últimas semanas al que se añade la inanición de la UE, no se le ha visto ni en ruedas de prensa, ni en comparecencias parlamentarias para explicarnos qué es lo que opina sobre cuestiones como si son o no «casos excepcionales» las avalanchas de menores migrantes, la petición del PP para declarar el estado de emergencia, los términos a negociar de la ley de extranjería o simplemente la negativa de Cataluña a asumir su parte alícuota junto al resto de autonomías en el reparto de estos menores. Marlaska tendrá su momento, cuando toque, con argumentario bien coordinado con la factoría de marketing de La Moncloa y ya saben, para culpar a la ultraderecha de la falta de sensibilidad con la infancia. De manual.

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