Yo

Yo

Yo. Es una palabra de sólo dos letras, pero su contenido es monumental. Qué inmensa importancia le damos al yo. Cuánto nos preocupamos por nosotros mismos y cuánto nos queremos. O, en ocasiones, cuánto nos odiamos, que es otra manera de priorizarse. El yo es el tremendo protagonista de nuestra realidad. Lleno de deseos, de miedos, de expectativas, de una obstinada voluntad de vivir. Pero, también, resbaladizo y ambiguo. ¿A qué yo nos estamos refiriendo cuando decimos la palabra yo? El escritor y pintor Henri Michaux decía que el yo es un movimiento en el gentío. Maravillosa frase: en el tumulto de personalidades que nos habitan, el yo es un garabato mudable, una voluta de humo, un viento que va meciendo espigas en el sembrado.

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