Una gala dedicada para todos, sobre todo a los «invisibles»

Una gala dedicada para todos, sobre todo a los «invisibles»

La gastronomía está en coexistencia con la vida. Ese es el sabor final que nos dejó la gala celebrada el lunes en el Teatro Real. La Real Academia de Gastronomía celebró el lunes su 50º aniversario, con una que congregó a más de 800 personas que han sido y son parte de la Edad de Oro de la gastronomía española.

Algunas voces mencionaban que lo representativo de esta gala era que, por primera vez (salvo en pandemia), no había entrega de premios. Sin embargo, lo especial fue precisamente el mensaje que el presidente de la Real Academia, Luis Suárez de Lezo, quiso trasladar: esta gala se merece que los premiados, después de 50 años de trayectoria, sean todos. Y así fue. En una breve y dinámica velada conducida por el actor (y foodie) Juan Echanove, se hizo un recorrido que ensalzó la brillante historia que ha desempeñado en nuestro país la gastronomía.

Echanove se remontó a 1972 cuando, con Rafael Anson a la cabeza y en un lugar emblemático como Lhardy, se creó la Cofradía de la Buena Mesa. Llegaron después personalidades como Víctor de la Serna, Gregorio Marañón o la primera guía gastronómica en 1973, la antesala de los primeros premios de gastronomía. Unos galardones que, a día de hoy, suman la cifra de 350 entregas.

Echanove nombró con emoción renombres que forman parte de la historia de nuestro país, como Arzak, Pedro Subijana, Arguiñano o Félix Rodríguez en la sala de Jockey. Una representación que, como quisieron resaltar en los discursos, muestra cómo en cada rincón de cada provincia de este país hay casas de comida, bares, pequeñas tabernas, así como grandes restaurantes donde comer francamente bien.

Y en un viaje, amenizado por la presencia de los artistas Rodrigo Cuevas, Mapi Quintana y Jorge Drexler, se aludió al Zalacaín, primer tres estrellas, a Zuberoa, Berasategui, Can Roca o Can Pau, entre otros. Imposible no hacer una parada en los años ochenta para recordar el antes y el después que marcó Ferrán Adriá, llegando a ocupar 14 páginas en el New York Times marcando una época y una tendencia a nivel mundial.

También aparecieron los primeros programas televisivos donde la cocina era la protagonista, como Elena Santonja con su programa de «Las manos en la masa».

Después llegaron los criterios de sostenibilidad, la cocina fusión y la cita obligatoria del sector en «Madrid Fusión». Y no pasaron desapercibidos los periodistas que han dedicado su vida a contar este universo que es la gastronomía, como José Capel, Maribona con su Salsa de Chiles o Lourdes Plana.

El crecimiento hasta ahora ha sido imparable, así puede corroborarse en la presencia de España en los 50 Best Awards, siendo los últimos años el país más premiado. Y como señaló el presidente de la Real Academia, de Lezo, todo este recorrido no fue más que un reconocimiento a todo el sector, prestando especial atención a esos invisibles que sin un apellido prestigioso viven de hacer feliz a la gente con sus platos «porque si algo une a los españoles es la gastronomía».

Y haciendo propias las palabras del alcalde de Madrid, J.L Martínez-Almeida: «En tiempos como los que vivimos difícilmente se me ocurre mejor refugio que cualquiera de los bares, tabernas o restaurantes que pueblan cada uno de los pueblos de España».

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