Apuesta por la conciliación

Apuesta por la conciliación

Cuando la política se ocupa de los problemas que preocupan a la gente, recupera su dignidad y su atractivo. No hace falta esperar a los resultados de los grandes sondeos para conocer las inquietudes de los españoles. Ahora mismo, aparte de la inmigración descontrolada, el desempleo juvenil, la falta de viviendas asequibles y los esfuerzos de muchos para llegar a fin de mes, produce una gran zozobra en amplias capas de la población la dificultad de conciliar la vida familiar y la vida laboral. Esto afecta de lleno a la estabilidad de la familia y provoca el alarmante descenso de la natalidad que padecemos. Se convierte en una fuente de infelicidad y un freno al progreso humano. Las principales víctimas del desbarajuste son las nuevas generaciones.

El problema abarca desde el permiso de paternidad y la gratuidad de las guarderías infantiles a la duración de la jornada laboral, su flexibilidad, las excedencias, el «banco» de horas trabajadas o las ayudas especiales a las familias numerosas, a las del mundo rural y a las monoparentales. A esta situación pretende poner remedio, hasta donde sea posible, la ley de Conciliación y Corresponsabilidad Familiar que ha presentado el Partido Popular en el Congreso de los Diputados y que se somete a la consideración de todos los grupos parlamentarios. Se trata de la iniciativa política de más alcance, hasta ahora, de la etapa de Alberto Núñez Feijóo, complementada con una nueva ley de Vivienda. Las propuestas que se presentan no vienen con una carga ideológica insoportable. Tienen ese mérito añadido: esquivan la politización descarada. Parecen razonables y oportunas, algo a lo que no estamos acostumbrados en los últimos tiempos, sin perjuicio de que puedan ser enriquecidas, en sus puntos discutibles, con las aportaciones de unos y de otros. Así se dignifica la acción política.

El Gobierno socialista rechaza de entrada, con pretextos inconsistentes, esta iniciativa legislativa que pretende el bien general. El desdén no es de recibo, sólo porque no es una ocurrencia monclovita. El presidente Sánchez gasta toda su energía en la confrontación y en peligrosas alianzas para mantenerse en el poder. Seguramente teme que el evidente contenido social de esta ley de Conciliación atraiga a votantes socialdemócratas, desencantados con la esquinada política gubernamental. Parece indudable que con propuestas como ésta Feijóo se sitúa en el centro del tablero, recobra la iniciativa y amplía el abanico de sus posibilidades, desmintiendo a los que le acusan de carecer de proyecto. La conciliación se impone a la confrontación. El debilitamiento de la familia es uno de los males de nuestro tiempo.

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