La tercera evolución de Vinicius cristalizó el martes pasado en el Allianz con una noche que le acercó a la categoría de los matadores históricos. El brasileño empezó en el Real Madrid como agitador un tanto atolondrado. Con Ancelotti, mutó en el escudero que impulsó a Benzema al Balón de Oro. En Múnich, en su nueva vida de falso nueve, cada más lejos de la izquierda, no solo sostuvo al equipo con dos goles en la ida de la semifinal de la Champions (2-2); alargó una estela imponente en la Copa de Europa todavía con 23 años.