Las lluvias no han dado tregua al sur de Brasil en las últimas dos semanas y el temporal, que ha causado estragos sin precedente en un país de tamaño continental en el que las catástrofes naturales son frecuentes, no amaina. Ningún desastre reciente ha tenido, sin embargo, la magnitud de este. Las inundaciones, que comenzaron el 30 de abril, han devastado ya el Estado de Río Grande do Sul, en la frontera con Uruguay y Argentina. Como bien apuntó el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el temporal y sus terribles consecuencias son “un aviso para el mundo: debemos tener en cuenta que la Tierra nos está pasando factura”.