El problema del paro 

El problema del paro 

Hace poco, leyendo una entrevista de un conocido empresario, se señalaban dos cosas importantes de nuestra idiosincrasia. La primera que “los españoles se ríen de los fracasos y lloran los éxitos”. Si alguien triunfa, en seguida salta uno que dice: “Qué no habrá hecho…”. Y, cuando fracasa, falta tiempo para que otro comente: “Ya te decía yo que este era gilipollas”.

La otra cuestión es que “el problema del paro es que la gente no quiere trabajar” y se debería añadir: porque en España, en la actualidad, la vagancia se protege y se promueve.

No hay gente que quiera emplearse a fondo en el agro, ni la pesca es una ocupación que se adopte como porvenir en la vida. Por eso es fácil observar que el pescado está cada vez más caro, y también más escaso. Lo detectamos quienes gustamos de consumir el producto. Nos quieren vender la idea de que se están estableciendo unos límites en la pesca para no depredar los mares, y se promocionan como opción los productos de piscifactoría que, si bien ofrece pescado más accesible para todos los bolsillos, no justifica que los ecologistas pretendan ofrecerlo como opción para compensar ese 90% de sobreexplotación y especies en peligro de extinguirse, ya que, según los expertos, las poblaciones de peces que antes iban mermando, ahora crecen. La causa es que el sector pesquero europeo es uno de los más regulados en el mundo.

Luego está el tema del consumo, para llegar a la conclusión de que los hábitos alimentarios del español medio han cambiado meridianamente, a pesar de la tan traída y llevada dieta mediterránea, que incluye los productos del mar como estandarte para combatir el exceso de colesterol “malo” con pescados muy poco costosos como la sardina, el jurel o la caballa. Pero sería importante promover la pesca, algo que en las costas españolas era en tiempos tan común como frecuente ver desembarcar al atardecer esos peces plateados despidiendo una inolvidable fragancia a mar que se iban directamente a los fogones en toda su frescura.