Balbino (nombre inventado por el Poder Judicial para ocultar la identidad de esta persona) era un marido “posesivo, celoso y machista”. Así lo describe una reciente sentencia del Tribunal Supremo. Maltrataba a Berta (otro pseudónimo), con quien se casó en 2001. El matrimonio dio síntomas de desgaste con los años. Él era “cada vez más intransigente y controlador de la vida, costumbres y amistades de su esposa”. A ella la “ninguneaba frente a sus padres, hijos y amistades, limitándole los recursos económicos para hacerla totalmente dependiente de él y anularla como persona, oponiéndose a que trabajara fuera de casa y a que se relacionara con amigas”. Expresiones como “eres una mongólica”, “te arranco la cabeza”, “te vas a enterar”, “vas a llorar gotas de sangre” o “aquí va a pasar algo gordo” eran el día a día. La autonomía de Berta se marchitó. Pasó a ser “una mujer sumisa y temerosa de su marido”. Balbino, “de complexión fuerte”, consumía alcohol y cocaína y no soportaba que su esposa trabajase en un bar. Volvía a casa tarde y era común que tuviese ataques de ira y enfados.