España necesita un plan de choque contra el socialismo

España necesita un plan de choque contra el socialismo

“Same old story, does nothin’ ever, ever change?”, Joe Elliott.

Me comentaron el otro día que la propaganda del gobierno sobre la economía cala en la población. Respondí que, si calase, no tendrían que repetir una y otra vez sus mantras hasta alcanzar el paroxismo. Hasta el CIS muestra que el 62% de los encuestados considera que la situación económica general es regular, mala o muy mala. El 55% considera que es mala o muy mala. Y eso es el CIS de Tezanos, así que imaginen.

Es absolutamente normal que los datos agregados muestren una economía que no va mal. El PIB es un agregado económico que se puede dopar con facilidad utilizando mucha más deuda y gasto público. Lo mismo ocurre con el empleo, que refleja una supuesta fortaleza inexistente al incluir récords de pluriempleo y de contratación de funcionarios pagados con deuda. Pero esto sale muy caro a medio plazo.

El PSOE y sus socios están siguiendo exactamente la misma fórmula que siguió el PASOK griego y que llevó al país a la quiebra. Disparar el gasto público y la contratación estatal para dejar una bomba de relojería de la que culpan a los que cuadran las cuentas.

Veamos los datos de Eurostat, la OCDE y la contabilidad nacional de los que se vanagloria el gobierno.

El PIB per cápita ajustado por poder adquisitivo de España se encuentra a doce puntos de la media de la Unión Europea y por debajo de los niveles de 2013. Estábamos nueve en 2018, según Eurostat.

Según la contabilidad nacional (INE), entre el cuarto trimestre de 2019 y el segundo trimestre de 2024, la demanda nacional solo ha repuntado +3%, el gasto en consumo final de los hogares solo ha rebotado un +1%, la inversión (formación bruta de capital) ha caído (-1%), la demanda externa (exportaciones – importaciones) ha subido solo un +5% y lo que sí va como un cohete es el gasto de las administraciones públicas (+12%).

España lidera la eurozona en porcentaje de la población en riesgo de pobreza y exclusión social. En 2018 nos superaban Grecia, Italia y cinco países más, como refleja Eurostat.

España lidera la tasa de paro de la UE y la OCDE y está entre los peores en pérdida de poder adquisitivo de los salarios desde 2019, según la propia OCDE. Y eso con el maquillaje obsceno del paro tras el cambio normativo que hace a los contratos de obra y servicio y estacionales “fijos discontinuos” y, con ello, no aparecen en el paro cuando no trabajan.

Los demandantes de empleo “ocupados” ya superan los 1,2 millones de personas y el paro efectivo, incluyendo fijos discontinuos inactivos y ERTE, supera los 3,2 millones de personas.

La contabilidad nacional refleja que las horas trabajadas por ocupado en el primer trimestre de 2024 son muy inferiores con respecto al trimestre equivalente de 2008 y 2019.

La tasa de actividad (58,9%) está por debajo del nivel de 2008 (60,7%) y prácticamente no ha variado desde 2019 (58,7%).

La tasa de empleo (52,3%) también está por debajo de 2008 (53,8%), y con un repunte ínfimo desde 2019 (50,5%).

Hay más “afiliaciones”, pero trabajan muchas menos horas (efecto pluriempleo infla en 600.000 la cifra; precariedad). Tanto en la serie ajustada como en la no ajustada por calendario.

La OCDE deja a España a la cabeza en paro y a la cola en poder adquisitivo.

A este palmarés de éxitos hay que añadir un aumento de la deuda pública de casi 400.000 millones, el despilfarro de 100.000 millones de fondos europeos y aprovecharse del récord de turismo como si fuera resultado de la política gubernamental.

La propaganda del gobierno de Sánchez es obscena, y contrasta con la prudencia que demuestran los gobiernos de países de nuestro entorno que, ellos sí, van mucho mejor que España.

Ahora pensemos qué va a ocurrir cuando el efecto placebo de los ingresos fiscales inflados por la inflación y los fondos Next Generation desaparezcan.

La euforia nos va a salir muy cara. El gobierno de Sánchez dejará un déficit estructural cercano a los 45.000 millones de euros anuales, una Seguridad Social quebrada con más de 100.000 millones de euros de deuda y un 500% del PIB en pasivos no financiados según Eurostat, una deuda total de las administraciones públicas que ya supera los dos billones de euros (pasivos totales) y un mercado laboral maquillado y condenado al desempleo estructural por una legislación miope y destructiva.

Me preocupa enormemente la complacencia y el silencio de Bruselas, que es cómplice de este desastre. Sin embargo, me preocupa mucho más que la oposición no presente un plan de choque liberalizador. No nos podemos permitir fiar el futuro a que Bruselas actúe.

La oposición critica con razón lo que llamamos el “sanchismo”, pero el ciudadano percibe un alarmante silencio ante la acumulación de desequilibrios y la falta de un plan contundente y de choque que sea de verdad derogar ese sanchismo.

No se deroga el sanchismo si se mantiene su expolio fiscal y sus limitaciones a la libertad y medidas intervencionistas…

Los 7 “mandamientos”

Hay que revertir todas las subidas de impuestos implementadas por Sánchez y no caer en la trampa de decir que no se pueden bajar impuestos porque hay déficit.

Hay que defender las reformas liberalizadoras desde la moral y sin complejos. La socialdemocracia es la miseria.

Hay que cercenar el obsceno aumento de gasto político que ha llevado a cabo este ejecutivo manirroto, superior a los 80.000 millones de euros anuales.

Hay que derogar la contrarreforma laboral y el maquillaje estadístico que incluyó y presentar cifras y tablas históricas con los datos reales.

Hay que revertir todas las leyes intervencionistas contra la propiedad privada y las empresas de los últimos cinco años.

Hay que revertir la política de inmigración y la equidistancia gubernamental entre regímenes totalitarios y democracias liberales.

Hay que cerrar entidades vergonzosas como el observatorio de márgenes empresariales y la última ocurrencia de chiringuito, el consejo de productividad.

Hay que hacer todo esto y mucho más porque, si el Partido Popular no lo hace, cavará su propia tumba.

El gradualismo siempre fracasa y fracasará. A Feijóo le culparán de todos los desequilibrios acumulados y del empeoramiento económico y además le atribuirán, como hicieron con Rajoy, las cifras del destrozo del sanchismo. Adicionalmente, si no se toman medidas contundentes e inmediatas, el resultado será más deuda y más paro enquistado.

Si el Partido Popular no presenta un plan real de choque que acabe con el virus socialista inoculado en España, fracasará en lo económico y perderá en lo social, aunque gobierne. Luego se quejarán de que no se les valora haber “salvado España”.

La oposición tiene la verdad y la razón con ellos. Tiene los equipos y una sociedad que exige que se gobierne para los que contribuyen, no contra ellos. Está a tiempo de hacerlo. Puede y debe. El mal solo gana por la inacción de los buenos.

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