A Juanpe López, que es de Lebrija, como Juan Peña, le gustan el flamenco y el Betis, la campiña de sus tierras y las playas, pero vive en Andorra y apenas ha pasado tres o cuatro días este año en su tierra. Vive la vida que deben vivir los ciclistas profesionales estos tiempos. 70-80 días de competición al año, dos, tres meses de concentración y soledad, apartamento en las montañas y entrenamiento del sistema digestivo para enseñarle a ingerir sin protestar 150 gramos por hora de carbohidratos, en forma de geles y líquidos, durante una etapa. Adiós hasta al placer gastronómico.