La nostalgia confunde al Barça

La nostalgia confunde al Barça

La incontinencia de Laporta, igual de voraz a la hora de comer que en la de trabajar, hombre de vida y también vividor, cegado por querer arreglar en un segundo un asunto de años, y la impaciencia de Xavi, ansioso por saber qué sería de un futuro que ya no controlaba a pesar de sentir que es depositario de las esencias del barcelonismo, provocaron un desenlace tan esperado como inoportuno, más que nada porque se produjo en vísperas de la final de la Champions femenina en San Mamés. El bien común ya no cuenta cuando en los extremos se sitúan egos como el del presidente y el del entrenador, los dos atrapados por la prisa en un equipo que se distinguió por la pausa y el dominio del espacio y tiempo, aspectos sublimados por Cruyff y después Guardiola y denunciados antes en tiempos de urgencias por Menotti.

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