A diferencia de su idolatrado Elvis Presley, los Beatles nunca detuvieron su fecunda carrera musical para hacer cine. Ellos daban prioridad a trabajar en el estudio para subir el nivel en cada álbum. Pero, aun así, dejaron un puñado de películas: dos comedias ligeras (A Hard Day’s Night y Help!), una fantasía de dibujos animados (Yellow Submarine), en la que no se implicaron demasiado; un desconcertante telefilme psicodélico (Magical Mystery Tour). Y Let It Be, la película maldita, el documental que fue visto en su tiempo como la crónica de su descomposición.