Mira Sidawi, cineasta palestina: “La palabra correcta para la situación en Gaza es Apartheid”

Mira Sidawi, cineasta palestina: “La palabra correcta para la situación en Gaza es Apartheid”

Hay, en la mirada de Mira Sidawi, un tipo de rabia y desasosiego que solo se puede explicar desde la desesperación de una tragedia evitable. «Hablando con mi madre, que ya falleció, le pregunté dónde querría ser enterrada. Me dijo que tanto ella como yo íbamos a ser enterradas en nuestro campo de refugiados, y me dio mucha rabia. Me dijo que mi padre había sido enterrado en una tumba y mi hermana en la misma. No tenemos más de un hueco por familia en los campos. Así que cuando mi hermano, que murió en Alemania, fue repatriado a Líbano, también lo enterramos en el mismo sitio. Eso me enrabietó por dentro, nos habían quitado la privacidad hasta para morir», explica con vehemencia la realizadora, nacida en Líbano pero de origen palestino, sobre el corto documental «Four Wheels Camp», que anoche fue presentado en la sede madrileña de la Academia de Cine y vestido por un coloquio organizado por CIMA, Asociación de Mujeres Cineastas.

«Cuando le preguntabas a la gente en el campo, la gran mayoría te decía que quería ser enterrada en Palestina, incluso sin haber estado nunca por la prohibición que tenemos de viajar allí», explica Sidawi, que desde hace una década se viene dedicando a narrar la experiencia de la diáspora palestina, en su caso, ya en la tercera generación tras la Nakba. Y sigue: «Cuando la gente dice o piensa que esto empezó el 7 de octubre, habla desde la falta de conocimiento, no necesariamente desde la falta de consciencia. Pero la historia está ahí, no la puedes cambiar. Puedes engañar con la narrativa, pero la historia, desde 1934, es fácil de seguir», explica meridiana y convencida.

La cuestión del relato palestino e israelí

Protagonista del acto, en el que también se proyectó su segundo cortometraje «The Wall» (en el que sigue la historia de cuatro refugiadas palestinas intentando conseguir la atención del mítico miembro de Pink Floyd, Roger Waters), Sidawi intenta explicar, sin justificar, la última escalada de violencia, que ha dejado más de 35.000 palestinos fallecidos (cifras de la ONU) en la Franja de Gaza: «Si tú encierras a una población durante veinte años, solo obtendrás rabia y odio. Y la gente actuará desde la rabia y el odio. Les has despojado de su humanidad, ¿y te soprenden reacciones inhumanas como la de octubre?», apunta antes de abordar la cuestión del relato: «Es tremendamente peligroso cómo los medios occidentales, aunque no en España por suerte, están asimilando a todos los palestinos a Hamás. Hamás existe desde los ochenta, y el pueblo palestino existe desde muchísimo antes», añade.

[[QUOTE:PULL|||”La atención mediática, en cierto modo, es tan solo una manera de liberar culpa occidental”|||Mira Sidawi, cineasta palestina]]

«Soy una refugiada, nací imbuida de política. No elegí ser un ser político. Viene con mi identidad como refugiada, así que he usado toda mi producción artística para hacerme preguntas políticas», explica, todavía didáctica pese a lo grave de la situación, una Sidawi que acaba de publicar el relato breve «Tell Sleep to Sleep» (seleccionado en la feria del libro de Frankfurt) y que pretende adaptar al cine. Y añade: «El presente se ha convertido en etéreo. Ver todas esas imágenes de mi gente siendo masacrada y asesinada no solo da rabia, sino que produce también tristeza, porque no hay una solución fácil ni rápida. Imaginemos que procesan a Netanyahu, por ejemplo, ¿de verdad eso soluciona el problema? ¿Qué hacemos con todos esos niños que se han quedado sin padres? La palabra Apartheid fue acuñada en Sudáfrica, pero es la correcta para definir la situación en Gaza».

«A veces siento que urge erradicar a los palestinos. No ya de la cultura o los medios de comunicación, sino también de la vida. Limpiarnos. Deshacerse de nosotros. Existe un trabajo sistemático y global para restarnos importancia. Entonces, cuando se habla de paz, se cae en una falacia ridícula. Para hablar de paz, tendríamos que ser iguales en fuerzas, y ese nunca ha sido el caso. Palestina no está financiada, o al menos no al nivel de Israel, por potencias extranjeras», apunta desde el dolor la cineasta, aquejumbrada también por el creciente cinismo de Occidente, que antes se olvidó de Afganistán y empieza a olvidarse de Ucrania: «No sé hasta qué punto la atención internacional ayude, porque, sinceramente, si algo no ha cambiado con las barbaridades que están ocurriendo mientras hablamos, no lo hará después. Pero sí me da miedo que los palestinos nos convirtamos en una moda, en una causa pasajera. Un genocidio no es pasajero, porque el dolor más fuerte comienza justo después. La atención mediática, en cierto modo, es tan solo una manera de liberar culpa occidental», se despide.

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