La trayectoria de la pintora y dibujante Rosario de Velasco (Madrid, 1904-Barcelona, 1991), especialmente su etapa más temprana, fue una concatenación de éxitos. Enmarcada en la generación de las Sinsombrero, la de las mujeres del 27, se formó con Fernando Álvarez de Sotomayor, pintor académico y director del Museo del Prado. Expuso sus obras dentro y fuera de España —en París, Pittsburgh y la Bienal de Venecia—, fue premiada y celebrada, los periódicos hablaban asiduamente de ella e intimó con intelectuales de la talla de Dionisio Ridruejo y María Teresa León. Sin embargo, hasta hace apenas un año, ni usted ni yo habíamos oído nunca su nombre. Si acaso, podía sonar de vista su lienzo Adán y Eva, una obra expuesta en el Reina Sofía y situada entre las más populares de las postales que despacha el museo. Pero más allá de esa pintura, casi nadie sabía nada de Rosario de Velasco.