Para los que gustan coleccionar el almanaque de cosas viejas, en ese vaivén de bipolaridad que canta el grupo Señor Mostaza, no hay mejor cosa que añorar la censura. Cuando todo pasaba por las tolerancias hacia las liberaciones sexuales, o contenidos que atentaban contra la moral pública del momento, LLegó el destape y viva la libertad, la que no requiere corsés para cualquier acto de la vida. Y en el mundo del vino rosado, nuestro santo y seña de este verano, pasa algo muy parecido, desde vinos muy elaborados y conceptuales que necesitan que sean calificados para los adultos catadores, hasta ejemplares calificados para todos los públicos. Es el caso de la versión rosada de la casa Vivanco, uno de esos centros contemporáneos de interpretación del vino desde la riojana Briones.
A nadie le vamos a descubrir la pólvora, cuando decimos que el vino de esta bodega es equilibrado y sin aspavientos. Allí todo está pensado desde una idea tradicional, buscando la complicidad del bebedor de siempre y de la armonía que existe en esos pueblos de viticultores. El mundo rural en definitiva es que el que se encierra en Bodegas Vivanco. El legado museístico tiene mucho de componente artesanal y más de amor por el terruño. En esta edición de 2023, de manera confesada para que haya resonancias al clarete de toda la vida. Así, junto al sangrado característico de la Tempranillo y la garnacha, variedades icónicas de la Rioja, se aporta la pincelada de la garnacha blanca.
Hoy es sin duda esta casta blanca la que más emociones rescata en ese entorno. Y para la ocasión, además de suavizar colores, se alía con mayor frescura y hermoso resultado de boca.
Y como ejercicio de buen estilo, tras el tiempo sobre lías, este rosado golosón tiene también una bonita complejidad y proclamada acidez. Para todos los públicos, y en esa línea de buena vida que hoy supone pedir un rosado en barra o mesa, y que sea hijo de bodegueros estupendos.
Bodega:
Vivanco
Vino:
Rosado 2023
D.O.P.:
Rioja
Pvp:
8,95 euros
