El joven recepcionista mira desde su sillón al cliente que acaba de entrar con una reserva por 120 euros la noche. Tras revisar los datos personales del huésped y el precio que ha pagado, el trabajador tiene un arranque de honestidad: “Para un hostel, es mucho dinero”. Detrás del pequeño vestíbulo, el albergue contiene cinco habitaciones compartidas con camas inflables montadas sobre literas. A pesar de su austeridad, el negocio está hasta los topes. Por la recepción pasan clientes que entran y salen del local conversando animadamente. La mayoría son hombres extranjeros de aspecto humilde. Han pagado 15, 20 o 25 euros por noche. El truco consiste en reservar con tiempo, antes de que el algoritmo de Booking dispare los precios por las nubes.
Seguir leyendo