El biógrafo y amigo de Ludwig van Beethoven, Anton Schindler, escribía con letra nerviosa en el cuaderno de conversaciones del compositor hipoacúsico, el 7 de mayo de 1824, pocas horas antes del estreno de su Novena sinfonía: “Le ruego me disculpe por señalar que esta sinfonía es realmente una excepción respecto a todas las anteriores; es la más grandiosa y difícil”. Su estreno fue un evento lleno de dificultades, tal como explica Theodore Albrecht, en Beethoven’s Ninth Symphony: Rehearsing and Performing its 1824 Premiere, que acaba de publicar Boydell Press.