El 2007 revisitado

El 2007 revisitado

Mientras algunos vieron
la película Saltburn
y se quedaron en la
anécdota de la bañera, a
otros, a los más sensibles,
su banda sonora (que incluía desde Time to
Pretend hasta Murder on the Dancefloor) y los
estilismos de los protagonistas nos llevaron en
un viaje al pasado a un tiempo añorado. Para los
que no hayan visto esta comedia negra, la trama
transcurre en el año 2007 y el look a copiar es
el del personaje Venetia Catton. Esta heredera
maldita de familia british snob adinerada con
casa en la campiña inglesa y un problema
de autoestima que deriva en enfermedades
alimenticias y malas compañías luce un vestuario que parece recién
sacado de la High Street de
Londres de esa época. Una
mezcla entre piezas rockeras
de segunda mano de Camden
Market, accesorios low cost de
Claire’s, bikinis dorados y vestidos
de lujo de pedrería robados a su madre.

Cuando le preguntaron a su directora
Emerald Fennell ¿por qué el 2007? La
respuesta fue muy simple… porque era
el momento justo antes de la invasión
de los smartphones y, por consecuencia,
de las redes sociales que llegaron a
cambiar las interacciones humanas.
Para ubicarnos en el espacio tiempo, sin
necesidad de gafas de realidad virtual
aumentadas, pongámonos en situación.

Te estás difuminando el eyeliner con el
dedo, enfundada en unos pitillo de cuero y
Mr. Brightside suena en tu iPod, mientras
terminas de prepararte para ir a un Secret
Show de MySpace donde tocan The Smashing
Pumpkins. Tu tablero de Pinterest está
compuesto de fotos de inspiración de looks de
la modelo Agyness Deyn y de Jenny Humphrey
de Gossip Girl. Sueñas con que American
Apparel abra tienda en España para hacerte con
unos leggings dorados de Spandex y bodies de algodón de colores. Te conformas con lo que
hay en Blanco. Tu máxima ilusión es comprar
un bolso de Balenciaga modelo Motorcycle
tamaño XXL que es el predilecto de las chicas
malas de Los Ángeles, sobre todo de las que
se emancipan de la cantera de Disney como
Lindsay Lohan o Vanessa Hudgens. Coachella
no es mainstream todavía, compras la revista
norteamericana Nylon en el quiosco y tus
“zapas” son Minnetonka desgastadas como
las de Kate Moss. Llevas una cámara Sony,
además de tu teléfono Nokia modelo flip, para
poder hacer fotos con flash. Pero estás más
pendiente de pasártelo bien bailando al son
de The Strokes y MGMT que de capturar el
momento para publicarlo en Facebook.

El fotógrafo afincado en Los Ángeles Mark
Hunter, más conocido como The Cobrasnake,
uno de los grandes retratistas de fiestas de esa
época, lo explica mejor que nadie: “Cuando
miras mis fotos, parece que la gente se lo está
pasando en grande. No están concentrados
en el teléfono que tienen en la mano ni posan
para la cámara. Están viviendo, básicamente”.
Esto es posiblemente lo que hace que aquellos
que tengan recuerdos de esos años sientan una
nostalgia aplastante. Porque la diversión era
genuina, no postureo. Sin smartphones con
cámaras de 48 megapixeles, solo quedan pruebas
borrosas de las noches de desenfreno captadas
(mal) con una BlackBerry.

Pero no seré yo la que os convenza de que
vuelve la tendencia conocida como indie sleaze.
Los hechos hablan por sí solos. La cuenta
de IG @indiesleaze ya suma más de 180K
seguidores que dan like a fotos de fiestas en el
Shoreditch londinense del año 2008 y de Alexa
Chung y Chloe Sevigny. Desde los conjuntos de
estampado leopardo en Celine de Heidi Slimane
(uno de los diseñadores de cabecera del indie
sleaze durante su época en Saint Laurent), hasta
el resurgir de las bailarinas (calzado de confianza de Amy Winehouse) hasta la reaparición sobre la
pasarela que la mismísima Agyness Deyn hizo
para la firma Sacai. Para rematar, contó en una
entrevista a Vogue que sigue usando las
Dr. Martens de cuando era una it girl a principios
de los 2000. Aunque si quieres actualizarte, lo
último es invertir en un nuevo par, a ser posible
de su última colaboración con la marca Ganni.

Cómo será el movimiento indie sleaze que
la siempre visionaria Virginie Viard presentó la
colección Métier d’Art de Chanel en Manchester,
la cuna de la música indie en su versión british.
Y para cerrar el círculo, un golpe de genialidad:
sentó a los hijos de Noel y Liam Gallagher,
los hermanos díscolos integrantes del grupo de
britpop de los 90 Oasis, en primera fila. Et Voilà.
También presente, el icono del grunge de los 90,
la modelo Kristen McMenamy, demostrando que
el smudge eye no tiene edad.

Más que una moda, el indie sleaze era una
actitud. Rebeldes sin causa (la capa de ozono
solo le preocupaba a Al Gore y Greta Thunberg
usaba aún pañales no reciclables), hedonistas
hasta la médula, no existían intolerancias a la
lactosa ni zumos verdes. Todavía se fumaba en las
discotecas y nadie sabía lo que era un vapeador.
Ahora solo nos queda esperar al mes de abril para
el ansiado estreno de Back to Black, el biopic de
Amy Winehouse dirigido por Sam Taylor Wood,
para que la nostalgia nos invada del todo. ¿El
leitmotiv de este trend? Todo era borroso, el make
up, las fotos y el recuerdo de tu noche.

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