Olviden la metáfora de la flecha que avanza impávida: uno sospecha que la evolución de la música rock es cíclica. Que reaparecen todas las variedades estilísticas con caras frescas (y mínimos cambios en sensibilidad y tecnología). ¿Todas? Por razones económicas, tal vez no veamos un revival de las bandas de metales, aquellas horn bands que centellearon entre 1968 y 1974, al calor de los apabullantes éxitos de Blood Sweat & Tears y Chicago.