Científicos reconstruyen la cara del misterioso emperador que unificó el norte de China hace 1500 años

Científicos reconstruyen la cara del misterioso emperador que unificó el norte de China hace 1500 años

Un equipo de investigadores de la Universidad de Fudan,
en China, ha reconstruido la cara del emperador Wu de Zhou gracias a un análisis
de su ADN .
Wu pertenecía a la dinastía Zhou y lideró China entre el año 560 y el 578 d.C.,
apenas 18 años, un pestañeo comparado con los 1500 que han pasado desde su fallecimiento.
Un emperador envuelto en cierto misterio, aparentemente envenenado, descrito
por los historiadores como rubio, con el puente nasal alto y una barba espesa.
Pues bien, la ciencia
ha decidido llevar la contraria, y parece que ni era rubio, ni murió
envenenado.

La historia, como disciplina, intenta desentrañar el pasado
a partir de textos: desde cartas hasta facturas. La antropología hace lo
propio mediante el análisis de restos materiales,
ya sean huesos o juguetes infantiles. Son disciplinas que han tenido que
aprender a trabajar juntas y que, a medida que han pasado los años, han
mejorado notablemente sus herramientas. Ahora, la antropología cuenta con tecnología
genética
de una sofisticación sin parangón y, gracias a ella, parece haber descubierto
cómo era realmente el emperador Wu de Zhou, aunque no sin cierta controversia.

Un puñado de pistas

Para empezar, conviene comprender cómo se hacen estas
reconstrucciones . Por desgracia, no tenemos la tecnología
suficiente para introducir una muestra de ADN en una máquina y que nos devuelva
un retrato robot. De hecho, ni siquiera tenemos una muestra tan íntegra del
ADN
de Wu de Zhou, que murió hace muchos siglos, más de los que suele aguantar en
perfecto estado el ADN.

Lo que realmente se hace en estos estudios es buscar
secuencias muy concretas en el ADN,
estructuras conocidas llamadas “polimorfismos de un solo nucleótido” (SNPs) ,
que suelen estar relacionadas con características muy concretas en los
organismos. Algunos sabemos que tienen relación con el color de pelo, otros
con el tono de la piel, etc. Así que, más que una reconstrucción completa,
lo que tenemos son pistas, rasgos concretos repartidos por su anatomía facial y
muchos huecos que habrá que rellenar con cierta parsimonia.

Unir los puntos

Podemos compararlo, más bien, con un unir puntos sobre el
papel. Sabemos que la curva tiene que pasar por ellos, pero puede viajar más o
menos recta entre punto y punto, y eso también afecta al aspecto final de la
cara. No obstante, no todo es imaginación. En 1996 un grupo de arqueólogos
encontró el cráneo del emperador en su tumba, en el noreste de China. Los
restos estaban casi completos y eso proporciona un buen andamiaje sobre el que reconstruir
los rasgos del emperador. Ahora esos puntos ya no están en el vacío, se
colocan sobre sus huesos faciales y, es más, el propio cráneo nos proporciona
información sobre la carne que había sobre él.

Sobre los huesos se insertan músculos, y cuanto más
voluminosos y fuertes sean estos, en principio, más tirarán del hueso,
deformando ligeramente el lugar sobre el que se adhieren. Eso significa que,
en función de lo sobreelevadas que estén algunas partes del cráneo, podemos
deducir cómo sería el músculo que había sobre él. No obstante, la genética
y el cráneo pueden decir bien poco sobre otros rasgos, como la grasa corporal,
la longitud del pelo o las cicatrices, características que cambian notablemente
el aspecto de una persona.

Así era Wu de Zhou

En resumen, tras analizar el ADN conservado de Wu de Zhou,
los expertos concluyeron que tenía los ojos marrones, el cabello negro y la piel
entre oscura y de una tonalidad intermedia. También nos confirma que era
de etnia Xianbei, un grupo nómada que vivía entre lo que ahora conocemos como Mongolia
y el noreste de China. De hecho, los resultados parecen apuntar a que el
pueblo de Xianbei se mezcló con la etnia Han cuando esta última emigró del sur
de China hacia el norte.

Por supuesto, este estudio tiene un valor especial porque encaja
con otra información que ya poseíamos. Por ejemplo, entre sus SNPs hay
algunos relacionados con un mayor riesgo de sufrir un derrame cerebral. No
obstante, un mayor riesgo no significa que tuviera que padecerlo si no fuera
que los historiadores relatan que Wu tenía problemas del habla, párpados
caídos y un andar extraño, que resultan ser síntomas típicos de un derrame
cerebral. Así es como han descartado la hipótesis más apoyada hasta ahora de
que Wu había muerto envenado.

Hace 1500 años, el emperador Wu de Zhou reunió a un poderoso
ejército con el que logró derrotar a la dinastía Qi y unificar el norte de la
antigua China. Su rostro, sin embargo, calló en el olvido hasta ahora, que, aunque
tal vez no sea exactamente como sugiere la Universidad de Fudan, está más cerca
de esta reconstrucción que de ninguna otra descripción conocida hasta la fecha.

QUE NO TE LA CUELEN:

Este tipo de reconstrucciones no solo persiguen recrear la
imagen de una persona fallecida, buscan comprender la relación entre la
genética y los rasgos faciales, así como entre la genética y los movimientos de
poblaciones antiguas. Y, por supuesto, no buscan desbancar a la historia, sino
complementarla para que podamos comprender el pasado con todo lujo de detalles.

REFERENCIAS (MLA):

Du et al. “Genoma antiguo del emperador chino Wu de
Zhou del Norte”. Current Biology

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