Cinco expertos nos dicen cómo serán los extraterrestres

Cinco expertos nos dicen cómo serán los extraterrestres

Que haya planetas capaces
de albergar vida
ya no es algo que sorprende, de hecho, el Instituto de Búsqueda
de Inteligencia Extraterrestre (SETI) señala
que hay alrededor de 300
millones de planetas
con estas características… solo en nuestra galaxia. Así,
las probabilidades de encontrar vida o pruebas de vida, es muy alta. El
problema entonces es si sabríamos reconocerla.

Hasta hace poco la mayoría de los científicos centrados en
esta exploración lo hacían basándose en las características de la biología
terrestre, pero puede haber otros tipos de biología y la “lupa” con la que se
buscaba no era muy amplia. Para comprender qué nos estaríamos perdiendo y cómo
podría ser la vida extraterrestre, contar con la opinión de expertos es
fundamental. Cinco de ellos plantean diferentes escenarios.

Brian Cox: profesor de física de partículas de la Universidad de
Manchester.

Para este físico, lo más probable es que la vida en el
universo sea abundante, pero la vida inteligente… Eso ya es otra cuestión. En
su libro Universo Humano (del cual se ha hecho una serie) Cox señala que existe
una sensación de “inevitabilidad química” de la vida en el universo, pero la
vida compleja en la Tierra solo surgió después de la aparición de los
eucariotas.

Las investigaciones sugieren que los eucariotas se
desarrollaron como resultado de que una célula primitiva llamada procariota,
como una bacteria, absorbiera otra, hace dos mil millones de años. Para Cox, la llegada de los eucariotas a la
Tierra fue un acontecimiento cada vez más improbable, de hecho cree que podría
haber ocurrido solo una vez en el universo.

“Es fácil imaginar que los 20 mil millones de mundos similares
a la Tierra en la Vía Láctea podrían estar todos cubiertos de limo procariótico
– relata Cox en el libro -. Una galaxia viva, sí, pero ¿una galaxia llena de
inteligencia? … No estoy muy seguro”. Así, la vida extraterrestre sería más
parecida a una sopa primigenia y burbujeante que a un animal complejo.

Chandra Wickramasinghe: astrofísico británico y coautor de la
teoría de la panespermia.

Wickramasinghe fue quien, junto a Fred Hoyle, desarrolló la
teoría astrobiológica conocida como panspermia, que sostiene que la vida en la
Tierra llegó como microbios que viajaban por el espacio en meteoritos y polvo
interestelar. La idea es que la vida microbiana habría llegado durante el
período Hadeano, hace cuatro mil millones de años, cuando muchos meteoritos
pequeños chocaron con nuestro planeta. De hecho, uno de ellos podría formar
parte de los cuerpos implicados en el “nacimiento” de la Luna y Wickramasinghe
sugiere, en un estudio
publicado en 2017
, que la vida extraterrestre también podría haberse
depositado en nuestro satélite natural. La evidencia reciente que indica la
presencia de agua y esto, concluye el astrofísico de origen cingalés “reabre la
posibilidad de que pueda existir vida microbiana cerca de la superficie lunar”.
La vida en otros planetas, por lo tanto, podría ser microbiana y sería fácil pasarla
por alto. Puede que, según Wickramasinghe, con este criterio, la Tierra esté entre
los primeros planetas cuya biología ha evolucionado a lo largo de miles de
millones de años.

Paul Davies: cosmólogo y director del Grupo de Trabajo de
Postdetección del SETI.

En 2016, Davies publicó, junto a Sara Imari Walker (cosmóloga y
astrobióloga), uno de los estudios científicos más interesantes: El
difícil problema de la vida
. Allí ambos tratan uno de los temas más
espinosos de la vida extraterrestre. El planteo es el siguiente: dado que toda
la vida en la Tierra surgió de un único ancestro común, no tenemos forma de
saber qué aspectos de la Vida son similares a leyes que se encuentran en toda
la vida, en todo el universo y cuáles son específicos y únicos de nuestra
propia biosfera.

De ello, Davies y Walker deducen que la vida en otros lugares
no tiene por qué implicar una biología o química similar a la de la Tierra. De
hecho, “es posible que en última instancia no sea reducible siquiera a
principios físicos conocidos”, escriben.

Para ambos, aquellas cosas que asumimos como fundamentales, replicación
y metabolismo, podrían ser características únicamente de biologías “similares a
la Tierra. Existe el riesgo de que, si alguna vez nos encontramos con ET, no lo
reconozcamos porque carecemos de un conjunto de criterios de propósito general
para identificarlo”. En pocas palabras: la biología extraterrestre puede que a
nuestros ojos no tenga nada que ver con lo que esperamos y ese sea el problema.

Chris Hadfield: astronauta y comandante de la Estación
Espacial Internacional.

Para Hadfield la clave está en los fósiles de cuerpo blando de
500 millones de años de antigüedad encontrados en Burgess Shale, precisamente
en Canadá. Este depósito fue descubierto en 1909 por el paleontólogo Charles
Walcott quien llegó a identificar 65.000 especímenes distintos.

“Es tremendamente diferente a la vida a la que estamos
acostumbrados – explica en una
entrevista
-. Hubo una experimentación tan salvaje a lo largo de los cuatro
mil millones de años de vida en la Tierra. Podríamos encontrar vida en Marte,
Encelado o Europa y podría parecer un organismo que se extinguió durante una
extinción masiva aquí en la Tierra. Pero puede que esté completamente
equivocado. Algunos de los extraños ejemplos que se les ocurrieron en Star Trek
podrían ser una mejor representación”.

Jason Wright: astrofísico de la Universidad Estatal de
Pensilvania.

Al igual que ocurre con los fósiles de animales extintos, de
los cuales conocemos sus huellas, Wright sugiere que debemos buscar las huellas
de los extraterrestres, en particular aquello que hayan construido. Y es que
para Wright sí existe la posibilidad real de vida inteligente en otros planetas
y esas huellas son la tecnología.

“Deberíamos buscar máquinas gigantes que probablemente sean
“detectables por su calor residual en el espectro infrarrojo – explica Wright
en un estudio -. Las estructuras
podrían incluir enormes colectores de energía (conocidos como esferas Dyson),
satélites y escudos defensivos. La búsqueda no tiene por qué ser cara y puede aprovecharse
del trabajo que probablemente se realizará en el futuro, a medida que se
descubran anomalías naturales en el curso de la ciencia exoplanetaria”.

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