Para cumplir sus compromisos climáticos, algunas empresas compran créditos de carbono a través de un proyecto centrado en salvar de la tala bosques tropicales de un país africano. Teóricamente, si se consiguen mantener esos árboles en pie, se habrá evitado generar unas emisiones que estas compañías podrán computarse para compensar, en la misma cantidad, otras que ellas hayan producido. Sin embargo, cuando investigadores independientes analizan este proyecto con imágenes de satélite descubren que estas masas forestales en realidad no están amenazadas, pues los factores de deforestación de la zona no son los que aseguran los promotores. Este es un caso real puesto como ejemplo de lo que está ocurriendo de forma generalizada con las compensaciones voluntarias de emisiones por el investigador William R. L. Anderegg, impulsor de una carta firmada por 34 científicos la semana pasada en la revista científica Nature que denuncia la falta de rigor de los créditos de carbono usados para luchar contra el cambio climático, en especial, los relacionados con la gestión forestal.