Dos horas de ritmo, un tesoro para Nadal

Dos horas de ritmo, un tesoro para Nadal

El deporte, remolino de emociones, agitaba el sábado la coctelera en la Caja Mágica en un día de lo más extraño, que empezó con el personal resignado ante lo que se temía como un adiós, y que terminó con la euforia disparada. Difícil dar con los grises cuando se entremezclan elementos tan conmovedores e instintivos como la nostalgia, la pasión y la euforia. De todo hubo. Y en dosis generosas. Al abandonar el recinto, no eran pocos los feligreses que fantaseaban y lanzaban al aire un ¿por qué no una última vez?, soñando con que lo presenciado pueda ser tal vez el inicio de la enésima resurrección: 7-6(6) y 6-3 contra Alex de Miñaur, el undécimo del mundo. Pero ahí que fue Nadal para poner los pies de todo el mundo sobre la tierra.

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