El caso de los pellets en Galicia refuerza la mano dura contra las infracciones medioambientales

El caso de los pellets en Galicia refuerza la mano dura contra las infracciones medioambientales

Debe haber muchos amantes de la naturaleza, biólogos, conservacionistas y ciudadanos que entienden que heredamos un paraíso y nuestra obligación es conservarlo para las generaciones futuras. Y pocos dudan de que estamos fracasando en ello. Algunos pensarán incluso que no existe camino, ni esperanza; solo la interminable repetición de lo trágico. El Sistema Estadístico de Criminalidad del Ministerio del Interior registró, entre enero y septiembre del año pasado (datos más recientes), “199 hechos relacionados con infracciones penales contra los recursos naturales y el medio ambiente”. Otra institución estatal, el Defensor del Pueblo, recibió 830 quejas medioambientales durante 2021; el mismo dato el año siguiente se disparó hasta las 1.805.

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Crímenes que cuestan 256.000 millones al año

Es como si el ser humano por una razón ancestral huyera del ruido. Los delitos medioambientales y la tala ilegal roban, acorde con el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI, en inglés), hasta 256.000 millones de euros en ganancias todos los años. Estamos ante el tercer delito más lucrativo de planeta. Sin embargo, su tolerancia se basa en la falsa idea de que la capacidad de regeneración de la naturaleza resulta infinita. “Bajo riesgo y alta recompensa”. Este es el pensamiento criminal. La falta de intercambio de información y las infinitas legislaciones nacionales dificultan la investigación. La sierra no cesa y el secreto financiero acumula los miles de millones del expolio verde. 
Estos días camina por Roma con sus alumnos José Manuel Cabrero, director de Departamento de Construcción, Instalaciones y Estructuras de la Universidad de Navarra, quien atiende la llamada desde el Coliseo. Un lugar de piedra y madera. “Los bosques se mantienen si dan dinero”, argumenta Cabrero. “Y la madera certificada tiene al menos dos décadas de vida”, añade. Pero el tráfico nunca ha cesado pese a la prohibición europea de importar ciertas especies. Los bosques en nuestro país están aumentando debido a la España vaciada; en Centroeuropa, en Suiza, con su densidad de población y una cultura de construir usando madera, sucede lo contrario. “El problema de la tala se ha visto en México y la Amazonia brasileña, y la estrategia es plantar otro producto [legal o ilegal] que genera más dinero”, reflexiona el docente. La defensa contra la deforestación pasa por unir a las comunidades con sus bosques. Entender que la sostenibilidad es un diálogo perpetuo y el silencio, una muerte natural anunciada.

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