El cementerio español que fue inaugurado en 1885 durante una epidemia de cólera

El cementerio español que fue inaugurado en 1885 durante una epidemia de cólera

Los camposantos siempre han sido lugares de culto a los que acudir tras la muerte. Un enclave sagrado para muchos que, incluso, es atractivo desde el punto de vista turístico para otros. Conocer dónde descansan nuestros antepasados, así como el arte que se erige en las lápidas, suele ser uno de los componentes de tradición más arraigada internacionalmente.

El cementerio contemporáneo surgió en el siglo XVIII como un dispositivos para “solucionar” el problema sanitario. Todo un movimiento higienista que creció rápidamente en Europa y que se enfatizó con la necesidad de las ciudades de ordenar la salud de los ciudadanos. En 1787, Carlos III dictó una Real Cédula que prohíbia las inhumaciones en el interior de las iglesias, e instó a dar sepultura a los cuerpos a las afueras de las ciudades, en zonas con ventilación.

Así lo recoge un documento del Ayuntamiento de Murcia en el que se pone en valor la importancia del patrimonio de los camposantos. “La Unesco lo define como una herencia cultural que hay que transmitir a las generaciones futuras y que, por ello, ha de ser objeto de estudio y protección. Asimismo, es fuente de experiencias emocionales, por su valor estético, histórico, etnográfico o antropológico”.

Uno de los lugares más destacados es el Cementerio de Nuestro Padre Jesús de Murcia, que fue inaugurado en 1885 durante una epidemia de cólera. Así, aparte de las razones sanitarias, la Real Cédula tuvo que hacer frente a una mentalidad muy arraigada en la sociedad, “por lo que su aplicación no fue sencilla”.

“La creencia de que las reliquias y el enterramiento en el interior o junto a los templos procuraba un beneficio espiritual demoró durante décadas la aplicación efectiva de la norma”. Esto requirió convencer no sólo a las autoridades eclesiásticas, que con su aplicación perdían una parte de su poder de control social y se reforzaba el poder del Estado, sino a los propios feligreses, que continuaron durante mucho tiempo prefiriendo enterrarse al viejo estilo y buscaban incluso cómo escapar a las disposiciones reales.

Progresivamente, a lo largo del siglo XIX, en toda España las inhumaciones dejaron de practicarse en el interior de los templos y se trasladaron a los nuevos cementerios, que se construyeron extramuros de las ciudades. En las localidades importantes, sus ayuntamientos tomaron la iniciativa, pero en las pequeñas poblaciones la gestión de la muerte continuó estando bajo la autoridad de la Iglesia en forma de cementerios parroquiales, según indica el texto del Ayuntamiento.

Los cementerios componen todo un universo de símbolos, que se muestran a través de la arquitectura y la escultura.

El cementerio de Nuestro Padre Jesús, ubicado en la pedanía de El Puntal acoge actualmente a 160.000 personas inhumadas. De los 35 cementerios localizados en el municipio de Murcia, es el único municipal ya que el resto pertenecen al obispado. Cuenta con aproximadamente 10.000 sepulturas, siendo el más grande de la Región de Murcia contando con 100.000 metros cuadrados.

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